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Desde mi escaño

Justicia anquilosada

Justicia anquilosada

Tomando la otra tarde un café en el Delicias con mi amigo Máximo Medina, nos pusimos a debatir sobre la famosa huelga de los jueces. En principio, pensé que nos íbamos a enzarzar en un debate sobre las razones o no que tienen los togados para coger una jornada de paro y reivindicar mejoras cuantitativas, pero sobre todo cualitativas, a la hora de ejecutar sus funciones. Sin embargo, mi emisor-receptor me hizo caer en la cuenta de un aspecto fundamental y, dándole vueltas, me dije, ¿por qué no? Se trata, ni más ni menos, que del anquilosamiento tecnológico al que está sometido la Justicia, que parece que estemos ante un sistema que no haya evolucionado desde los Reyes Católicos.

Desde luego, mi amigo tiene toda la razón. ¡Vaya pérdida de tiempo que resulta hoy en día emprender cualquier trámite judicial! Para un juicio nimio, entre papeles para aquí y documentos para allá, se puede demorar el proceso semanas, cuando no meses. Asegura, y con mucho tino, por cierto, que a los sucesivos gobiernos que ha habido en este país, sean de un signo o de otro, no les interesa agilizar el sistema, sino todo lo contrario, que los procesos se alarguen en el tiempo y así, con un poco de suerte, que prescriban. No hay más que ver los líos en los que suelen andar metidos determinados políticos. ¿Cuántos de ellos se han librado finalmente de ser juzgados por tal o cual caso de corrupción?

Si hoy en día, prosigue mi alter ego, todo está informatizado, se compra y se paga por internet, todas las facturas se pueden consultar en la red de redes, reservamos viajes, concertamos la cita para el médico o para Hacienda, ¿por qué la Justicia vive en una era muy diferente a la del resto de la sociedad? Porque interesa, me recalca Máximo, de otra manera ya se habrían puesto las pilas. Además, ¿cuántos funcionarios tendrían que irse a la calle si se informatizara todo como es debido y las comunicaciones llegasen a las partes por correo electrónico o por sms? Supongo que bastantes. Por eso tampoco conviene simplificar al máximo los procesos.

En definitiva, el gran problema de la Justicia en España es que no hacemos sino construir más y más palacios, meter una tonga de funcionarios en los mismos, pero luego, a la hora de poder consultar expedientes, eso de de hacerlo por internet es como escribir de viajar a la luna o al centro de la Tierra en tiempos de Julio Verne. Una utopía, aunque tiempo después se ha podido realizar, al menos lo de llegar hasta la luna.

2 comentarios

Máximo Medina -

Lo de simplificar al "máximo" los procesos ha tenido su gracia. Otro asunto importante son los plazos. Dentro de la Justicia hay multitud de ellos y desde que la Democracia ha llegado a este país no se han cambiado. No es lo mismo una máquina de escribir de las de antes que un ordenador que trabaja a la velocidad de la luz. Obviamente debe existir un expediente escrito de cualquier paso, pero también debería estar transcrito a la informática. Iría todo mucho más rápido. Contra lo que no puede luchar, por ahora, es ue cada juez o magistrado tenga 20 juicios orales diarios. Serían como los médicos de la Seguridad Social.

Pedro Hernández -

Tiene usted toda la razón del mundo. Esto es culpa de una clase política a la que no le interesa que la Justicia sea ágil. A todos los partidos se les llena la boca en las elecciones sobre la modernización de nuestro sistema judicial, pero después, naranjas de la china. Pagamos facturas desde nuestros móviles de cuarta generación y en la justicia aún no parecen ni conocer el más simple telégrafo. Así es la vida, señor Velarde.