Rajoy, no te pongas medallas ajenas
Mariano Rajoy, a pesar del éxito logrado por su compañero Alberto Núñez Feijoo en Galicia y el buen resultado de Antonio Basagoiti en el País Vasco, donde tiene la clave de la gobernabilidad de esa comunidad autónoma, no puede creerse ahora el rey del mambo y creer que ya todo es un camino de rosas. El líder del Partido Popular debe ser consciente de que la obtención de la presidencia en la terra galega se debe al hartazgo de una población que sólo ha visto en cuatro años que Touriño y Quintana han convertido la región en su finca particular, dando las ayudas y subvenciones a los amiguetes y despreciando por completo al resto de los ciudadanos. En las Vascongadas, los populares han bajado ligeramente, pero con la fortuna de que la desaparición de las listas proetarras han propiciado que, en este momento, sea un partido clave para asegurar un Ejecutivo estable.
La tentación, evidentemente, es la de proyectar estos resultados a escala nacional. A buen seguro que dentro de algunas semanas nos encontraremos con alguna encuesta demoscópica en este sentido. Insisto, no tiene razón de ser que lo que haya sucedido en Galicia, por ejemplo, tenga una repercusión estatal. Son muchos los votantes gallegos que han elegido a Feijoo, reitero, por los desmanes del bipartito, pero no por Rajoy, que no termina de convencer al electorado de la derecha. El gran problema del mandatario actual de los populares es que se muestra excesivamente dócil con el Gobierno de la nación y sólo se ha defendido como gato panzarriba cuando la connivencia ministerial y judicial trataron de arrinconar al PP y provocar un batacazo en las urnas. Al final, Bermejo tuvo que dimitir (voluntaria o forzosamente) y a los conservadores no les ha ido nada mal en las urnas. Pero, recuerdo, no se trata de un cheque en blanco, y mucho menos para un Rajoy al que le sigue faltando pegada.
Ahora Rajoy va a tener una prueba de fuego que superar con lo que suceda en el País Vasco. A priori, no se contempla una opción de gobierno entre el PSOE y el PNV, dado que tanto López como Ibarretxe querrán ser presidentes, el primero porque lo ansía desde que llegó a la secretaría general de los socialistas vascos y el segundo, porque considera que, habiendo ganado las elecciones, no por mayoría absoluta, tiene derecho a ser lehendakari cuatro años más. Por eso, descartando esta alianza, todo pasará por el Partido Popular (amén de UPyD) y desde Génova tendrán que analizar muy detenidamente cualquier opción, incluso la de apoyar puntualmente a un partido, pero sin comprometerse en un pacto. Y es que, tal y como funcionan las cosas de la política en las Vascongadas, resulta bastante sencillo pillarse los dedos. Por eso hay que ir con mucho tiento. Cualquier paso en falso se volverá en contra de los populares. Si uno ha defendido unos principios, debe mantenerlos hasta el final. Y creo que a estas alturas, tanto nacionalistas como socialistas saben perfectamente la línea de actuación de los conservadores. Esperemos que a Rajoy no le dé por hacer alguna de las suyas porque, a buen seguro, le pasarán factura en las siguientes elecciones.
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Lewis Rogers -