Mal rayo nos parta
Tenerife vivió el pasado jueves, concretamente pasado el mediodía, uno de los capítulos más surrealistas que uno pueda imaginarse. Un rayo, una simple descarga eléctrica, fue capaz en cuestión de minutos de paralizar por completo la actividad de toda una isla. Todo se vino completamente abajo, desde el fluido eléctrico hasta la cobertura de los móviles. Los comercios que no disponían de grupo electrógeno tuvieron que cerrar las puertas hasta la tarde, el tranvía se quedó inservible durante algunas horas y en las administraciones todo el trabajo quedó pendiente porque muchas de estas modernas dependencias no disponen de equipos de emergencia para solventar estos contratiempos. En líneas generales, un caos absoluto y dando gracias de que el hecho se produjo a plena luz del día. ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera sucedido si este corte se produce a las nueve de la noche?
Independientemente de las explicaciones racionadas que se nos quieran ofrecer desde Unelco Endesa, compañía que, por otra parte, está vendida a los italianos (¡qué sabrán en el país del spaguetti de las necesidades energéticas que tenemos aquí!) lo verdaderamente preocupante es que nuestro sistema eléctrico sigue siendo tan débil como un papelillo de fumar. A la mínima, o se queda sin poder suministrar la electricidad que precisamos o, directamente, se caen las torretas, como pasara hace casi cuatro años con la tormenta tropical Delta. En una isla en la que vivimos del turismo, la imagen que se ofreció fue la más patética porque, estando de acuerdo en que la naturaleza es imprevisible y, de repente, atina perfectamente con el punto de la red eléctrica en el que puede poner patas arriba todo ese entramado, no es la primera vez que nos sucede y eso que estamos pagando el servicio a un coste elevado, incluso con subidas importantes en la nueva facturación mensual.
Eso sí, ¿dónde se metieron ayer los ecologistas? Seguramente estarían comiendo a la luz de una vela y alguno maldiciendo el apagón por la pésima red que tenemos. Pero, no toda la culpa es de esos caballeretes que cada equis sábados salen a patear las calles capitalinas para oponerse a todo el progreso del que pudiera disfrutar Tenerife. También tienen en este apartado mucha responsabilidad los políticos, a esos a los que les pagamos un sueldo más que elevado y que tardan en tomar las decisiones por el miedo, precisamente, a esas manifestaciones del No a todo, así como una postura muy blandita a la hora de exigirle a las compañías daños y perjuicios. Ya vimos lo que sucedió cuando el Delta. Por muchos gestos que se hicieron desde el Gobierno de Canarias, lo cierto es que a los usuarios no se les rebajó ni un céntimo en la factura de la luz y para cobrar las indemnizaciones por la comida echada a perder hubo que hacer malabares.
En definitiva, con el episodio vivido el pasado jueves podemos inferir que vivimos en una isla en la que desde que caen cuatro gotas, hay que ponerse a temblar. O bien se inunda una calle recién abierta o nos quedamos sin luz y sin telefonía móvil durante varias horas. Luego, los (ir)responsables de Unelco Endesa no aciertan a explicar lo que ha pasado y se pierden, como casi siempre, en una maraña de datos y cifras para volver loco al personal. Eso sí, la facturita nos llega puntual y con algún euro de más. Mal rayo, nunca mejor dicho, nos parta.
2 comentarios
Máximo Medina -
Pedro Hernández -