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Desde mi escaño

Desmantelamiento de Titsa

Desmantelamiento de Titsa

Una más de Titsa y ya van...no sé cuántas. El pasado viernes se dio vía libre en el Cabildo de Tenerife a un plan de remodelación que pretende acabar con el endeudamiento de la compañía de transporte terrestre e intentar que dentro de dos o tres años no genera más de un millón de euros de pérdidas. Sí, todo eso está muy bien, pero es de recibo que todo sea a costa de recortar líneas o frecuencias, que es lo que realmente se esconde detrás de ese pomposo documento. Aquí, y lo siento mucho en este caso por el presidente insular, Ricardo Melchior, al que creo que le están colando un gol por toda la escuadra, no se tiene en cuenta la opinión de los ciudadanos, de los usuarios diarios de Titsa, que ven como, progresivamente, los servicios que se ofertan disminuyen en cantidad y calidad. Las subidas se aprueban con una ligereza tremenda, muy por encima del IPC, y encima en tiempos de crisis, pero luego, a la hora de dotar de guaguas a zonas que así lo demandan por la lejanía y por tratarse de núcleos bastante alejados de la urbe (piensen ustedes en todos los caseríos de macizo de Anaga), se ponen trabas o, directamente, se deja a determinadas localidades, Chamorga, por ejemplo, sin transporte público los domingos y los festivos. Nada, a coger el coche o a gastarse un pastón en taxi.

Lo gracioso del caso es que desde las instituciones públicas se nos anima a que apostemos por la guagua porque equivale a que haya 50 coches menos rodando por nuestras calles. Muy bien, pero entonces, señores del Cabildo Insular, dénme medios, frecuencias, trayectos y precios para que pueda ver atractivo el transporte público. Lo que no puede ser es que los fines de semana, precisamente, se esté pensando seriamente en una reducción de las frecuencias y de las líneas. ¿Por qué? ¿Saben los follones que se están montando últimamente en la estación de San Benito para poder coger la guagua que va hasta La Punta del Hidalgo? Curiosamente, se quitó, con muy poca publicidad por parte de Titsa, la 105 los sábados, domingos y festivos. Es decir, ya no se puede ir de una tacada de Santa Cruz hasta la costa norte lagunera y viceversa. La conclusión era que el pasado sábado, a las 17 horas, había cerca de un centenar de pasajeros esperando en la estación de Aguere para tomar la línea 050 e ir hasta los núcleos de Bajamar y La Punta. Desde luego, no es de recibo, sobre todo porque la 105 estaba funcionando perfectamente y con una ocupación bastante evidente.

Pero, claro, a lo mejor el problema es otro. Tal vez haya que atacar por otra vía...la del tranvía. Claro, ahí está el quid de la cuestión. La propia Corporación insular tiene en su poder estos dos medios de transporte y ahora el juguete favorito es el convoy de colorines y sus paradas con andén central y, próximamente, con conexión con la línea 2. Oigan, que uno está satisfecho con este tren ligero porque, dentro de Santa Cruz y para ir a barrios relativamente distantes como Ofra viene muy bien (a excepción de los 35 céntimos de más que cuesta en relación con la guagua, siempre yendo, of course, con el bono), pero lo que se trata es de tener una complementariedad, un ramillete de ofertas de movilidad lo más amplia posible, no que, a consecuencia de la entrada en funcionamiento del tranvía, los sufridos pasajeros nos tiremos más tiempo del debido aguardando en las marquesinas. Por eso, no es de extrañar que quienes hayan estado en Madrid sientan cierta envidia de lo bien que allí funciona los medios de locomoción públicos y, de paso, a un precio mucho más razonable que la que existe en la isla. Y vamos a ver cuántas líneas de Titsa se cepillan cuando entren en funcionamiento los trenes del Norte y del Sur. Miedo me da, sin duda. Eso sí, me apunta mi amigo Máximo Medina, ¿qué ocurrió el pasado jueves con el apagón? ¿cuál fue la empresa que tuvo que solventar el parón forzoso del tranvía? Buen tema para reflexionar.

1 comentario

Máximo Medina -

Me temo, amigo Juan, que no hay mucho que reflexionar en el caso de Titsa. Si los políticos esos que están ahí cuatro años en el cargo, algunos incluso más, permitieran a los profesionales de la compañía trabajar sin presión, sin duda los resultados de las guaguas serían otros distintos. Pero aquí importa más el voto que el servicio. Titsa y el tranvía debieron ser complementarios, tanto que los conductores del segundo pertenecían a la primera, pero alguien ha tratado de imponer un servicio al otro. Así no va y nos irá. Además, en crisis, ¡ños qué precios!