La expectación se dispara entre la masa blanquiazul
La ilusión que ha despertado entre los aficionados la excelente trayectoria del CD Tenerife es un hecho que, a fecha de hoy, resulta insoslayable. Hacía muchos, pero que muchísimos años, que el equipo blanquiazul no congregaba tal expectación entre sus fieles. Casi me atrevería a decir, aunque habrá quienes me puedan corregir o refrescar la memoria, que ni siquiera en el año del último ascenso, con Rafa Benítez de entrenador, el optimismo era tan desbordante como el que se está demostrando en estas últimas semanas. La cola, por no llamarle directamente acampada, que se ha montado en la zona de taquillas del estadio Heliodoro Rodríguez López para poder adquirir una localidad para el derbi contra la UD Las Palmas deja bien a las claras que los aficionados confían ciegamente en el éxito final de los tinerfeñistas, que el salto a Primera es un hecho que está al alcance de la mano y que eso merece un sacrificio de tres días, con sus respectivas noches aguardando sitio para cuando el próximo jueves abran las ventanillas y comience a despacharse el papel para el duelo de la próxima semana contra los amarillos.
En alguna que otra ocasión he abundado en el hecho de que de puertas afuera, nadie quiere ni pretende rebajar los ánimos a la hinchada del CD Tenerife, que tiene todo el derecho del mundo a soñar con las metas más altas, sobre todo porque han sido siete años de sufrimiento para poder estar ahora en las mejores condiciones. Sin embargo, me parece también sumamente coherente el discurso que tiene el entrenador, José Luis Oltra, que además es capaz de discernir perfectamente entre lo que fue la goleada (5-1) ante el Levante del juego que realmente se practicó en algunas fases de la primera mitad. Cualquier técnico hubiese salido a la rueda de prensa henchido de orgullo, hablando de aplastamiento al rival. El míster valenciano tiró una vez más de la cautela a la que nos tiene acostumbrado y aseguró que hubo momentos del partido en los que no estuvo conforme con el juego desplegado, aunque dicho de un modo en el que tampoco le quitaba el mérito a los suyos. Cinco goles no son fáciles de materializar, sea quien sea el rival que esté enfrente.
Pero, volviendo a las colas en el recinto blanquiazul, insisto en que uno no recuerda que se haya levantado tanta expectación desde la primera visita del Real Madrid, coincidiendo con el segundo ascenso del CD Tenerife. En noviembre de 1989 los seguidores del conjunto blanquiazul llegaron a dormir ante las puertas del estadio capitalino la víspera del encuentro, sobre todo los ocupantes de aquellas gradas no numeradas, General de pie, Herradura, San Sebastián. De hecho, las puertas se tuvieron que abrir horas antes del encuentro y el ambiente que se generó en toda la ciudad fue algo excepcional. Seguramente, aunque esperemos que el ascenso se culmine antes, que el cierre de temporada, que es en casa ante el CD Castellón, puede resultar apoteósico, especialmente si aún faltase algún punto para asegurar ese pase a la Primera División. Entonces, tengan por seguro que la acampada que se encuentra ahora en la zona de la antigua Herradura del Heliodoro Rodríguez López no será nada para lo que sería presenciar un partido donde aún se puede estar jugando el ascenso. Además, que en cierta medida hay ganas de tener fiesta en el estadio, dado que los dos últimos saltos de categoría se tuvieron que celebran en el extinto Benito Villamarín, en aquella promoción de grato recuerdo frente al Real Betis y, el logro más reciente, la victoria a pocos minutos del final en la cancha de Butarque, ante el CD Leganés.
P.D: No sería un mal detalle por parte de los capitanes, entrenador o presidente del CD Tenerife que se pasaran por las taquillas del Heliodoro Rodríguez López a agradecer el sacrificio que llevan haciendo desde el domingo por la noche un nutrido grupo de aficionados.
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Lewis Rogers -