¿Corazón deportivo?
Televisión Español, ese ente que pagamos entre todos los españoles, sigue empeñada en convertir determinados espacios en una especie de cajón desastre para introducir en ellos todo lo que puedan, independientemente de si tiene relación o no con el espíritu con el que fue creado el programa. Me refiero a lo que viene sucediendo con los formatos dedicados a las noticias del corazón que, de un tiempo a esta parte, parecen haberse transformado en algo así como una crónica deportiva, donde nos enteramos de los resultados de los participantes en el Mundial de motociclismo hasta las progresiones de los tenistas españoles, Pau Gasol en Los Ángeles o la celebración del título de Copa por parte del Barcelona. Todo esto no es una exageración, es lo que ha venido sucediendo en los últimos días, pero es que ya lleva el espacio presentado por Anne Igartiburu varios meses en esa tónica, al igual que el Corazón Corazón de fin de semana y que presenta José Toledo.
Uno, que no tiene precisamente afinidades con ese tipo de periodismo rosa, sí reconoce que lo que no es normal es que para cubrir el tiempo sobrante se hable de los resultados de los deportistas o de los equipos donde jugarán el año que viene. Vamos, no sé, pienso que en los informativos hay una parcela para tal fin, al igual que sucede con la política, la cultura o la economía. Me da la sensación, no sé a ustedes, que igual la información denominada de ecos de sociedad ha ido degradándose con el paso del tiempo. Insisto en el hecho de que uno es un tanto neófito en esta materia y no puedo hablar con pleno conocimiento de causa, pero tengo la impresión de que hace años este tipo de información o chismorreos sobre los famosos se centraba, precisamente, en personas que tuvieran algo que contar, que aportar. Digamos que se trataba de cubrir eventos a los que acudían la realeza y gente que se codeaba con ellos, personas de la alta sociedad que, al igual que el resto de los mortales, tenían sus más y sus menos, sus riñas, sus disputas y sus alegrías, pero siempre desde un punto de vista más informativo, menos chabacano. Sí, claro que existían las exclusivas, pero se pagaba por material de calidad.
Ahora, sin embargo, cualquier mercachifle puede airear a los cuatro vientos sus miserias, previo pago de un cuatioso cheque plagado de ceros a la derecha. Me imagino que aquellos que pertenecen a ese exclusivo círculo de la cream de la cream de la alta sociedad empiecen a apartarse en cuanto ven a los reporteros de estos espacios, pero no por miedo a contar o dejar de contar sus últimos avatares, sino porque no es normal que lo que le ocurra a la Duquesa de Alba, por ejemplo, se ponga a la altura de la última chorradita de Belén Esteban. Ese es el gran problema. Ahora cualquiera de nosotros, a poco que nos lo propongamos, podemos ser noticia en los programas del corazón. Por eso, al no haber noticias morbosas que contar, hay que rellenar con el deporte o con lo primero que se les ocurra. La verdad es que hace años cuestionábamos lo que se hacía en Aquí hay tomate y sus sucedáneos. La diferencia es que, repito, aquellos espacios se emitían en un canal privado, mientras que aquí estamos hablando de una televisión pública. Mal camino, sin duda, para esos responsables del ente a los que se les llena la boca de hablar de calidad.
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Lewis Rogers -