La campaña de abonos trae cola
La expectación por ver al CD Tenerife en Primera División ha desbordado todas las previsiones. El ambicioso objetivo trazado por el presidente, Miguel Concepción, de conseguir 15.000 abonados para la campaña venidera puede quedarse corto a tenor de como ha funcionado la venta de los abonos en los primeros días de la campaña y eso que aún quedan dos meses, dado que el primer partido del representativo en casa no será hasta casi agonizando la primera quincena de septiembre, fecha hasta la cual estará vigente la posibilidad de poder convertirse en nuevo abonado. Sin embargo, no todo son buenas noticias para el dirigente tinerfeñista, que en estos días tiene que estar capeando las críticas de aficionados (y de algunos medios que parecen disfrutar con esta situación) por la aparente situación de desorganización a la hora de poder ser atendidos en las oficinas del Heliodoro Rodríguez López.
A priori, podría entenderse y comprenderse la reacción de los seguidores del club blanquiazul, quizá sean pocos los medios empleados por la entidad para afrontar esta campaña, que todo el mundo quiera adquirir los paquetes más económicos y que, seamos sinceros, nadie esperaba que se produjera tal avalancha. Pero, a pesar de que pueda resultar un discurso impopular, tengo que defender en gran medida la gestión efectuada por el Consejo de Administración del CD Tenerife. Estamos hablando, que nadie lo olvide, de una institución deportiva que, a día de hoy, debe aún algo más de 30 millones de euros, que ha conseguido algo que hace tres años parecía imposible, tener al corriente de pagos no sólo a los jugadores, sino también a todo el personal que trabaja en el club. Cierto es que hay muchas cuestiones que mejorar, pero tampoco pidamos más de lo necesario, al menos por el momento. Concepción ha conseguido estabilizar al equipo en todas sus facetas, con el añadido de cumplir con el plazo fijado para que se alcanzase la Primera División, y cuenta con toda la confianza para que siga desarrollando su gestión sin presiones añadidas.
Aun así, sé que habrá quienes critiquen este artículo, que consideren que no tengo ni la más remota idea de lo que allí ha pasado. Pues no, sé perfectamente lo que ha sucedido porque, entre otras razones, paso a diario por delante de la grada de Herradura, por el día, por la tarde e incluso alguna que otra vez ya cerca de las nueve de la noche, y he comprobado como cientos de personas se agolpaban en torno a la puerta de acceso. Es más, en la primera jornada de la venta de abonos el club decidió (aun a costa de tener que pagar horas extras) ampliar el horario de atención a los aficionados, pero aquello, lejos de reducir la cola, empezó a incrementarse y, en una decisión lógica, el club optó por poner un horario de cierre, lo que soliviantó más al público. Eso sí, lo curioso es que más de uno ya es abonado y perfectamente podría haber hecho la operación a través de CajaCanarias o incluso a través de internet. ¿Desconocimiento, novelería?
En definitiva, considero que la entidad blanquiazul ha actuado correctamente en este asunto, aunque sea impopular tener a cientos de seguidores durmiendo noche tras noche en las puertas del recinto capitalino. Pero miren, aún estoy por ver un comportamiento similar por parte de los tinerfeños, en particular y del resto de los españoles, en general, a la hora de reclamar un puesto de trabajo. No he visto, precisamente, mucha revuelta cuando las oficinas del INEM chapan a la una de tarde. Nadie se pone a hacer cola para ser atendido al día siguiente y el desempleo que hay en la isla, curiosamente, supera de largo a las 25.000 plazas que alberga el Heliodoro. Pero en este santo país seguimos siendo muy folclóricos y nos importa más el detallito que lo trascendental. Así nos va.
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Lewis Rogers -