Gürtel, una cortina de humo
La corrupción en España, por desgracia, siempre ha estado demasiado arraigada en la vida política. Da lo mismo ser de izquierdas, de derechas, de centro o nacionalista convencido. En cada organización existe ese garbanzo negro que arruina por derribo mediático los principios que defiende una formación. En los tiempos de Felipe González, la cultura del pelotazo y de los chanchullos diversos abundaron como setas. Todo el mundo podía hacerse extremedamente rico en muy poco tiempo. Eso sí, también con la misma celeridad el Estado se fue endeudando hasta llegar a una situación de inestabilidad que fue preciso anticipar las elecciones generales y propiciar un cambio de Gobierno.
Ahora, tres lustros después, la situación no ha cambiado. Los cambalaches están ahí presentes, pero sí que se ha modificado ligeramente el escenario. A saber, ahora, a pesar de que en el Ejecutivo hay un personaje tan escasamente recomendable como Manuel Chaves (el de los diez minolles de la Junta de Andazulía para su hiha), el interés de determinados sectores mediáticos se está centrando desde hace algunos meses en la llamada trama o caso Gürtel, una supuesta red de corrupción que afecta a varios miembros del Partido Popular a nivel valenciano y también a escala nacional. Hasta la fecha lo único que ha quedado demostrado es que hay una serie de señores más o menos pintorescos que responden al nombre de Correa, El Bigotes o José Tomás, el sastre, que parece que han sido capaces de inyectar corruptela en vena al sector duro del PP. Desde el senador Bárcenas a Francisco Camps, pasando ahora por Rita Barberá y no sé cuántos alcaldes de la Comunidad de Madrid. En fin, un lío de tres pares de narices, pero que aún, a ciencia cierta, no sabemos exactamente qué han hecho o si han aceptado o dejado de aceptar una serie de regalos.
No sé, a mí esto de utilizar ciertos medios como vías para poder filtrar un ¿secretísimo? sumario empieza a mosquearme. Me recuerda a lo que pasó hace años con la tristemete fallecida Loyola de Palacio y el caso del lino o lo que más recientemente ha sucedido en Canarias con José Manuel Soria. La especialidad de la casa de Ferraz, con sus sucursales autonómicas y provinciales, es tejer una maraña de medias verdades y tratar de confundir todo los posible. Aquí, en las Islas, más de uno pensó que el vicepresidente canario y consejero de Economía y Hacienda estaba metido hasta las cejas en una ciénaga de corrupción y tráfico de influencias. Pero los tribunales han hablado y han dictado sentencia. Desconozco que pasará en la llamada trama Gürtel, pero tiene toda la pinta de que al final alguien ha tratado de hacer una montaña de una simple mota de polvo.
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Máximo Medina -