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Desde mi escaño

Tres años sin Sara Morales

Tres años sin Sara Morales

Sara Morales, la menor de Las Palmas de Gran Canaria, cumplirá a finales de este mes tres años de dura desaparición. No hay pistas que puedan dar un halo, ya no de esperanza, sino de descanso moral a unos sufridos padres que aún se preguntan por qué su hija, por qué alguien optó por llevársela contra su voluntad. Son muchas las cuestiones que día tras día martillean a una familia que no sabe qué hacer. Las batidas por la isla y por el resto del Archipiélago han sido constantes, pero nadie vio nada, como si se la hubiera tragado la tierra. Y encima, para más inri, en este caso no hay alguien que, presuntamente, pudiera estar implicado en la desaparición de la menor. Nadie vio nada.

La labor policial, salvo opinión contraria de los lectores, entiendo que ha sido exquisita. Más no se ha podido hacer y el caso, de todas maneras, no se ha cerrado, pero desde luego los costes, lamentablemente, son limitados, máxime cuando el tiempo va pasando y los resultados son infructuosos. Fíjense, por ejemplo, lo acontecido en el caso de la joven Marta del Castillo, en Sevilla. A pesar de que están en prisión los presuntos asesinos de la menor, aún no se ha podido hallar ni la más mínima evidencia del paradero de la chica. Ahora está en el lecho del Guadalquivir, ahora en un vertedero. En fin, si a pesar de tener entre barrotes a los hipotéticos culpables y no se les ha podido sacar la verdad, ¿qué podemos esperar en el caso de Sara o de Yéremi?

Estoy convencido de que los agentes que se encargan de este tipo de casos son los primeros (después de la familia) que duermen menos horas en pos de intentar salvar la vida de esa persona o, al menos, poder hallar el cuerpo de la persona para acabar con esa angustia y desazón. Pero a veces los cuerpo policiales también precisan de la ayuda externa, la que podemos proporcionarle los propios ciudadanos. Ocurrió recientemente con la malograda Isabel Canino. Después de múltiples batidas por barrancos y montes de Tenerife para buscarla, resulta que estaba enterrada en una fosa séptica y el hallazgo sólo fue posible por una conversación entre el supuesto asesino y un amigo que le estaba haciendo una reforma y hablaron de la posibilidad de deshacerse fácilmente de un cuerpo. Esa charla, contada a la novia del amigo del autor de los hechos fue lo que desencadenó el macabro descubrimiento. No sé si en el caso de Sara o de Yéremi tendremos tanta suerte, sobre todo por el tiempo que ha transcurrido, pero sin duda, ahora que se van a cumplir los tres años de la desaparición de la chica (y en marzo de 2010 los tres de Yéremi) sería deseable que sus casos no caigan en el olvido.

1 comentario

Máximo Medina -

El tiempo no debe ser, en éste y muchos casos, un obstáculo para que se mantenga la investigación abierta. Además, en estas difíciles situaciones es donde los cuerpos de seguridad deben perseverar en sus acciones. Un delito de este calibre, y muchos otros, no debe quedar impune. Además, sus allegados merecen la respuesta a muchas preguntas. Es de Justicia.