Sentencia justa y contundente
La Justicia, aunque no siempre justa, por una vez (y ojalá que sirviera de precedente) ha obrado en consecuencia y debería servir como vara de medir para analizar y juzgar otros casos de agresión sexual y que en más ocasiones de las deseadas quedan saldados con una condena más que ridícula. Me estoy refiriendo, como no podría ser de otra manera al suceso acaecido con un dermatólogo gallego, llamado I.C.M., de 45 años, y que no tuvo mejor ocurrencia que tocarle directamente un seno a una viandante. Vamos, para que lo entiendan, que se creyó este individuo que la dama en cuestión estaba situada en plena vía para uso y disfrute de los ciudadanos.
Según lo relatado en la vista oral, los hechos acontecieron el pasado 17 de junio, a plena luz del día y en una avenida tan concurrida como Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria. Al parecer el facultativo abordó a dos chicas para solicitarles información sobre el servicio de guaguas y acto seguido optó por tocarle los pechos a una de las mujeres. Ésta, ni corta ni perezosa, le arreó un bofetón y allí se montó la de San Quintín, teniendo que intervenir la Policía Nacional que, una vez tomadas las declaraciones, llevó a este doctor a comisaría donde fue puesto a disposición judicial. Una vez se celebró el juicio, y oídas las partes, la condena impuesta fue superior a los 3.600 euros por el abuso sexual, más otros 300 por los daños morales.
Desde luego, al facultativo compostelano no se le olvidarán estas vacaciones en Gran Canaria y su vomitiva acción debería ser tomada por los jueces como una medida mínima a la hora de dictar condenas. Quizá, de haber caído el caso en otro juzgado, igual la cuantía de la sanción hubiera sido menor o, tal vez, igual habría quedado exonerado de pagar multa alguna. No sería la primera vez que algunos letrados, en casos de agresiones sexuales más graves, en las que incluso incurre la violación, se escuden en la lasciva vestimenta que llevaba puesta la víctima para intentar atenuar la pena a la que pudiera ser condenado su cliente.
Siendo irónicos, también hay que reconocer que el galeno gallego ha tenido muy mala suerte porque no siempre una persona tiene los reflejos, las agallas y la valentía de repeler una agresión sexual. Sí, alguien podrá replicar que tampoco le hizo ningún daño físico a la mujer, pero no se trata de ver si hubo daño, sino la falta de respeto y de consideración. ¿Vería alguien normal que, de repente, en plena calle Triana o en la calle Castillo viniese una mujer y nos tocara nuestras partes más nobles? Obviamente, la primera reacción sería escandalizarnos. Por eso, me alegro mucho de que esta chica haya sabido ponerse en su sitio y dejarle bien claras las cosas a este mequetrefe.
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Máximo Medina -