Un spot que fomenta los verdaderos valores
La publicidad, en muchas ocasiones, es un reflejo de lo que sucede en la sociedad actual, una película perfecta, pero además con el atractivo (o el incoveniente) de tener que resumir toda la historia en poco más de 20 ó 30 segundos (todo depende del presupuesto que se maneje). Estas últimas semanas he podido comprobar como la empresa automovilística Volkswagen ha retratado perfectamente a los críos de hoy en día, el materialismo innato que se da en unas niñas de apenas seis o siete años, que apenas saben nada de la vida, pero que en cambio tienen muy claro qué es lo que importa en esta vida, que su papá sea lo más grande, tener más dinero, la mejor oficina, regalarle un caballo costosísimo, etcétera. Eso sí, como contrapunto, cuando las pequeñas están en una especie de 'discusión' sobre quién es el mejor padre por lo que pueda tener u ofrecer, llega una de ellas y suelta un rotundo..."pues mi papá me viene a buscar" y deja a todas con cara desencajada, prácticamente desoladas ante el cariño verdadero y desinteresado de este padre que viene a recoger a su niña del colegio.
No cabe duda de que Volkswagen ha encargado la realización de un anuncio plenamente acertado, que pone el ojo en lo que realmente importa. Se trata (aunque lo que se busque sea la venta del coche) de una crítica velada a una sociedad, a unos padres que están educando a sus hijos en la cultura del nulo esfuerzo, de valorar todo lo material por encima de otros bienes intangibles. Puede parecer una bobada, una fruslería, pero nada más lejos de la realidad. Los niños de hoy en día (no todos, pero si en un número relevante) sólo viven de la comparación con sus amigos, de ver quién tiene más, qué padre ha sido el más enrollado a la hora de los regalos, de preparar unas vacaciones de escándalo, pero en cambio no les preocupa si durante el resto del año éste no les hace ni el menor caso, agobiado por el trabajo o por las ansias de querer ganar dinero a todo meter, despreocupándose de las necesidades básicas del menor, que es el cariño y la atención.
Por eso, tengo que felicitar sin limitaciones a la agencia de publicidad que ha apostado por un spot de estas características, que valora lo que realmente es importante, el cariño desinteresado de un padre que, tal vez, no pueda regalarle un caballo a su niña, pero en cambio tiene todo el tiempo del mundo para ir a buscarla al colegio. Considero que muy difícil poder expresar algo tan acertado en tan pocos segundos, de ahí que quite el sombrero ante un anuncio que, a buen seguro, recibirá muchos premios, pero entre ellos tendría que contar con una mención especial por parte de aquellos colectivos que defienden los valores tradicionales de la familia, por encima del infame materialismo.
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Máximo Medina -