Liberticida y dictador bolivariano
El paladín contra las libertades y los derechos individuales, el caudillo venezolano Hugo Chávez, sigue empeñado en aplastar cualquier intento de oposición, ya sea política o mediática, a su gestión. No sólo le ha bastado manipular brutalmente elecciones, echar a observadores internacionales, como sucedió en el caso del eurodiputado Luis Herrero, reformar la Constitución a su gusto, sino que ahora pretende cerrar de una vez por todas todos los medios que no son afines a su gestión y, al mismo tiempo, pretende acometer cambios en la legislación electoral para acabar con todo rastro de oposición en las instituciones venezolanas.
Lo cierto es que el llamado gorila rojo ya se ha puesto manos a la obra para cerrar una cadena de televisión y también quiere cortar el cable a más de treinta emisoras de radio. A Chávez sólo le gusta escuchar loas y alabanzas y le desagrada profundamente que dentro de su país haya medios independientes que sean capaces de poner en solfa su papel como presidente. Su sueño es perpetuarse en el poder todo el tiempo del mundo. Es más, estoy convencido de que si hallase la fórmula de la vida eterna, generaciones y generaciones de venezolanos se verían abocados a pedir asilo en otras naciones. Este personaje no parará hasta convertirse no sólo en el jefe supremo de toda Venezuela, sino de todo el ámbito latinoamericano. Vamos, si me apuran, cualquier día es capaz de declararle la guerra a los Estados Unidos. Por falta de ínfulas, desde luego, no va a ser. A este dictador le sobran bemoles y fanfarronadas.
Pero no sólo se ha empeñado míster gorila en el cierre de medios de comunicación contrarios a su ideología dictatorial, sino que ahora pretende quedarse con todas las voluntades democráticas al querer cambiar las reglas del juego electoral. Es decir, su idea es que estado en el que gane, todos los votos acaben en el saco de su partido. Da lo mismo que el resultado fuese un 90%-10% o un 51%-49%, lo que busca es que la formación que gane, aunque sea por un escaso margen, se lleve todos los sufragios. Claro, obviamente, con el sistema fraudulento que tiene montado, a ver quién es el guapo que lucha por unos comicios limpios. Si ahora todas las elecciones en Venezuela huelen a una corrupción que tira para detrás, no quiero ni imaginarme lo que puede ser con ese sistema que plantea.
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Máximo Medina -