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Desde mi escaño

La Segunda B se resquebraja

La Segunda B se resquebraja

El balompié español, al menos desde la Segunda División B hacia abajo, deberá de acometer una remodelación profunda para evitar el surrealismo que se repite cada final de julio. Decenas de equipos que no pueden hacer frente a las deudas que tienen contraidas con sus jugadores y la Federación Española (así como los comités regionales en el caso de las categorías más bajas) que no tiene más remedio que descender administrativamente a esos clubes y rehacer un calendario que, de por sí, suele ser bastante complejo de ensamblar. De todas maneras, el verdadero problema, el nudo gordiano del problema se encuentra, precisamente, en el tercer escalón de la competición, una Segunda B que pasa por ser un lastre, un pozo sin fondo para la gran mayoría de entidades que compiten y que acaban, forzosamente, por presentar año tras año unas pellas económicas que ríanse ustedes de los pufos de determinadas empresas.

¿Y de quién es la culpa de este dislate? Pues un poco de todos, de los propios equipos, de la Federación...Lo que no es de recibo es que año tras año asistamos a un rosario de lamentaciones y de descensos porque nadie da un golpe sobre la mesa para reorganizar esta competición. El hecho de que haya 80 equipos, divididos en cuatro grupos de 20, y que sólo asciendan cuatro deja ya ver la crueldad y el maltrato que se le dispensa a estos clubes. Y menos mal que el sistema para ascender ha ido mejorándose. Hace cinco o seis años los cuatro primeros de cada grupo (un total de 16 equipos) se tenían que jugar las plazas de Segunda en una liguilla de seis partidos que casi nunca hacía justicia con lo sucedido durante nueve meses. Díganselo a la UD Las Palmas, años y años quedando primera y luego, en esa segunda fase, quedaba apeada a las primeras de cambio.

Pero lo importante no es eso, sino que lo que hay que hacer de una vez por todas es reformar en profundidad esta categoría para que al final, al igual que pasa en Primera o Segunda, sólo haya 20 ó 22 equipos. Sí, habrá que mandar a 60 formaciones a Tercera, con la posibilidad de crear la llamada liga de filiales, con lo que el número de clubes que se verían afectados por un hipotético descenso sería inferior. Al fin y al cabo, más de 40 entidades al año se ven con el agua al cuello para poder responder a las deudas que tienen acumuladas y al final el descenso se produce por la vía administrativa. Podemos estar de acuerdo que pinta muy bien, en lugares pequeños, eso de presumir de tener a un representativo en Segunda B. Fíjense en el Mensajero de La Palma, con casi diez años en la división de bronce estuvo dos veces a punto de dar el salto a Segunda A, pero se quedó en el intento y tiempo después acabó en el pozo de la Preferente. Ahora, con la pérdida de categoría por impago del Fuerteventura se supone que será el Tenerife B quién ocupase ese puesto, pero ¿es razonable que en pleno mes de agosto, con apenas semanas para iniciarse la competición, el filial blanquiazul tenga que rehacer toda una plantilla? Sinceramente, en el caso de Concepción y Llorente, amén de Oltra, me pensaría mucho dar ese paso. No sólo es tener que gastar más en fichajes, sino que encima le tocaría competir en un grupo con desplazamientos que saldrán por un pico.

1 comentario

Lewis Rogers -

Si mi idolatrado Atlético de Madrid hablaba de que la Segunda era el infierno, pues la Segunda División B sería algo así como la nada. Es un sitio donde están todos y no se ve a nadie. Cuatro de 80 se antoja poco premio de ascenso, así como enorme castigo para los que bajan. Parece obvio que todo debería quedar en un grupo de veinte y el resto a Tercera. Por cierto, Juan el Tenerife B no debe fichar a nadie ni gastar nada, sólo los viajes, porque le han regalado la categoría. Si no la mantiene, pues se quedará donde debía estar. Ahora bien, ya que asciende, debería aprovechar para promocionar jugadores de la cantera. Escaparate, por lo menos, sí que lo es. Aunque, como competición, la nada...