Argentina 'estataliza' el balompié
La señora presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández Kichner, acaba de aprobar la nada despreciable cantidad de 100 millones de euros para comprar los derechos del fútbol por los próximos diez años y que los ciudadanos no se queden sin ver los mejores encuentros y los resúmenes del campeonato. La esposa de Néstor Kichner, anterior inquilino de la Casa Rosada, ha justificado la compra por parte del Estado de los derechos del deporte del balompié porque entiende que es un derecho y que no pueden estar millones de argentinos sufriendo un secuestro de las imágenes al mismo modo que se sufrieron los secuestros de personas durante la dictadura militar, una comparación nada afortunada, dicho sea de paso.
Reconozco, y no por ello merezco el indulto de la ignorancia, que no sé mucho acerca de la situación económica de Argentina, pero no creo que a estas alturas, cuando hace poco menos de un lustro estaban aún sufriendo en la tierra de la Pampa el yugo del corralito, estén ahora en ese país nadando en la abundancia. Pero es que lo que ha hecho el Ejecutivo de los Kichner (¡¡qué matrimonio tan bien avenido!!) es de manual, es de catón, intentar embobar a la población con el pan y circo del fútbol y así los ciudadanos no tienen que pensar en los problemas cotidianos, el paro, la educación, la sanidad, etcétera.
Esperemos que el ejemplo argentino no cruce con excesiva rapidez el charco y trate de implantarse en cierto país que yo me sé. Estaría curioso, qué duda cabe, que con las dificultades que está viviendo España, a alguien en la Moncloa se le encendiese la bombilla y de pronto le pagara a Prisa y Mediapro un pastizal por los derechos del fútbol. No parece que aquí pudiese darse el ejemplo, más que nada porque el tema de esos mismos derechos no está excesivamente claro, pero como la situación político-económica se ponga aún más compleja, que a nadie le quepa duda que se intente copiar el modelo Kichner, pan y fútbol para todos, es decir, hacer lo mismo que el tan denostado y enterrado (¿te enteraste ya, Garzón?) Franco.
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Máximo Medina -