Estacazo a Maradona
Argentina, una de las mejores selecciones del planeta, se encuentra al borde del caos tras la derrota en casa frente a Brasil en partido valedero para la fase de clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010. El 1-3 cosechado en Rosario deja bien a las claras que no basta con tener en el banquillo a un entrenador mediático como Maradona. Se decía muchas veces en el caso del Real Madrid, Barcelona, Manchester, Bayern o Milán que la camiseta ganaba medio partido, pero también resulta evidente que si el otro 50%, en este caso el jugador, no pone de su parte, nada hay que hacer, vistas el uniforme del mejor club del mundo o te llames Diego Armando Maradona y dirijas a un combinado que ha ganado dos veces el Mundial. Si no sabes dirigir a esa pléyade de estrellas, tal vez llegó el momento de replantearse la continuidad al frente de la dirección técnica de la albiceleste.
Posiblemente, los maradonianos más exacerbados (de hecho hay una religión que lleva dicho nombre y que profesan un culto desmedido por la figura del Pelusa) considerarán que hay que darle tiempo a que se foguee como míster de Argentina. Sí, puede que tengan razón, pero es que tal y como están las cosas en la actualidad, pensando que hay que rendir visita, por ejemplo, a Paraguay, segundo en la tabla, igual cuando haya querido coger el hervor necesario ya es muy tarde y todo el país tendrá que conformarse con ver la cita de Sudáfrica por televisión (no sé si los cien millones de euros pagados por la señora Kichner incluyen el chiringuito mundialista). Y bueno, ya puede darse por contenta Argentina tras el favor de los peruanos, que derrotaron a Uruguay, otro de los posibles rivales por la cuarta plaza, la última que da derecho al pase directo para el Mundial. Ahora los uruguayos están a cuatro puntos de los albicelestes, con tres jornadas de por medio, pero con un morboso enfrentamiento en la última jornada de la fase clasificatoria en Montevideo. Ahí puede arder Troya. De hecho, Uruguay casi depende de sí misma para, al menos, entrar como quinta e ir a la repesca, siempre y cuando venza todos los partidos que le quedan, además contra adversarios tan directos como Colombia y Ecuador, a los que tiene a tiro de dos puntos.
Pero vamos, lo importante, lo trascendente es saber que se estará cociendo a esta hora en las calles de las ciudades argentinas, en la sede federativa e incluso en la propia Casa Rosada. Sin duda, la decisión que se pueda adoptar nunca sería sencilla, sino bastante impopular, por lo menos hasta que lleguen los resultados que puedan justificar una medida de continuidad o de cese. Claro, también está la posibilidad de tragarse el orgullo propio y que sea el propio Maradona quien, agobiado por las circunstancias, deje el cargo. Sería lo mejor y lo más plausible, pero permítanme que ponga en tela de juicio tal postura. Es más, sería de ciencia ficción. El diez de Argentina siempre ha sido un personaje habituado a estar en el centro de la polémica y dudo bastante de que ahora esté por dar marcha atrás. De hecho, salvo su exitosa trayectoria como jugador hasta principios de los años 90, de resto siempre ha sido un continuo estar en las portadas por cuestiones extradeportivas o por los propios follones dentro de los equipos en los que ha militado en Europa, Barcelona, Nápoles y Sevilla. De todos se marchó dejando un mal sabor de boca (y no precisamente de Boca Juniors). ¿Y como entrenador? Pues muy poca cosa, pero alguien, con tal de desviar la atención, decidió que ocupase el puesto de entrenador de la albiceleste. Pues nada, como siempre en cada cita mundialista suele haber una ausencia de lujo, tal vez en esta oportunidad sea el cuadro argentino el que se quede fuera.
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Lewis Rogers -