Parque Marítimo santacrucero, ¿abrirá en Navidad?
La canchanchanada se ha instalado definitivamente en todo lo que tiene que ver con el Parque Marítimo César Manrique de Santa Cruz de Tenerife. Reza un aserto que si algo puede ir a peor, no duden ustedes de que sucederá así y eso es mismamente lo que está acaeciendo con una instalación de indudable interés ciudadano y turístico. Aquí nadie es responsable de nada, todos se tiran contra todos la basura de las acusaciones pero, curiosamente, también son todos los que dicen estar limpios de polvo y paja. Es decir, ni Ayuntamiento capitalino, ni empresario, ni Autoridad Portuaria, nadie, absolutamente nadie tiene que ver con dicha astracanada. No, si al final va a ser culpa de los vecinos que el Parque Marítimo lleve cerrado varios meses y sin visos de abrir de seguir en esta línea hasta Navidad.
Tengo que reconocer, antes de continuar, que mis nociones sobre derecho son más bien escasas, conozco ciertas mecánicas, pero no podría hablar con la propiedad que se requiere a la hora de juzgar un asunto. Sin embargo, lejos de las faramallas jurídicas y de ese lenguaje tan intrincado que suelen usar jueces, fiscales y abogados, lo cierto es que hoy, 5 de septiembre, una instalación como el Parque Marítimo permanece cerrado a cal y canto y, de propina, con un deterioro más o menos visible en alguna de sus dependencias. Me podrán argumentar sólidamente veinte mil motivos jurídicos para justificar este cerrojazo, pero ante toda esa maraña yo antepondría un razonamiento que rompería cualquier alegato judicial y es el del interés ciudadano. ¿Hay mayor motivo de peso para que, por parte de las autoridades pertinentes, se hubiera procedido a la apertura de este recinto, independientemente de que el empresario tuviera que saldar, o no, cuentas con el Ayuntamiento capitalino?
De verdad, aquí todo parece muy sencillo, le echamos la culpa a quien le arrendamos la instalación, aducimos que tiene una pella económica cercana a los 700.000 euros, que ha incumplido el contrato establecido (a pesar de que fiestas, cenas, bodas, bautizos y mítines políticos han sido moneda de uso común desde que se aperturó el Parque Marítimo) y nosotros como Consistorio salimos a flagelarnos públicamente por estar atados de pies y manos, pero sólo para hacer el paripé, cuando en realidad seguro que hay fórmulas en nuestro ordenamiento jurídico que permitieran el normal funcionamiento del recinto sin que ello evitara las posteriores consecuencias civiles o penales al empresario, en caso, insisto, de que él haya sido quien haya actuado irresponsablemente, cuestión ésta que tampoco me queda muy clara.
En definitiva, me da la sensación de que las tres semanas que se le ha dado a Luis Gil para que abandone el Parque Marítimo se van a prolongar mucho más en el tiempo, ojalá me equivocase, pero lo que parece ya seguro es que este verano de 2009 ha sido uno de los más negros en el ocio de los vecinos santacruceros y de todos aquellos tinerfeños y turistas que hubiesen querido darse un chapuzón o relajarse en una tumbona en el Parque Marítimo. Desde luego, si César Manrique levantase la cabeza, se volvía a morir, pero no sin antes exigir que quitasen su nombre a la instalación.
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Máximo Medina -