Un pájaro de altos vuelos
La estafa que han sufrido cerca de 200 cubanos por parte de una agencia de viajes tinerfeña, concretamente viajes El Cedro, en el barrio lagunero de Taco, reabre los casos de personas que suelen verse engañadas, como quien dice, al borde de la escalerilla del avión o de la pasarela de acceso a la aeronave. En una situación de crisis como la que estamos atravesando resulta bastante sencillo para los pícaros llevar a buen puerto sus ardides y aprovecharse de unos ciudadanos que creen a pies juntillas en esa empresa que le ofrece un producto al 50 o al 60% más barato que lo que marca el precio de mercado. De todos es sabido que, en condiciones normales, un billete a Cuba nos puede salir, como mínimo, por 1.000 euros o incluso más, pero a estas personas que han estafado (aunque, no sé por qué, siempre hay que anteponer el presuntamente) les vendieron los boletos a precios que, incluso llegaban a bajar de los 600 euros. Toda una ganga, sin duda.
¿Se puede hacer algo para prevenir este timo? Sí, pero también es verdad que cuando vemos una súper oferta somos muchos los que en principio nos vemos tentados a la rápida adquisición del viaje y luego, desgraciadamente, podemos vernos en una tesitura del calado de estos cubanos. Lo primero que hay que hacer, y casi sería de obligado cumplimiento, es contratar con una agencia fuerte, sólida, conocida. Aunque les parezca mentira, las grandes compañías suelen contar con descuentos bastantes atractivos y siempre con la garantía de no dejar colgado al usuario justo el día que tiene que emprender el trayecto. Las pequeñas agencias también ofertan gangas, pero siempre hay que comprobar que la venta que están realizando se corresponde a la realidad y, lo más importante, que están asociadas a una red provincial, autonómica o estatal. Toda aquella que vaya por libre, lamentablemente, tiene muchos números para que consideremos que no está actuando dentro de los cauces de la legalidad.
Y esa alegalidad o ilegalidad era la línea de trabajo de viajes El Cedro, una agencia que no estaba asociada y que ya no podía emitir billetes por sí misma. Pero aún así, hasta el último minuto, su propietario consiguió cerrar, probablemente, la mayor venta que pudiera imaginar, entre unos 75.000-100.000 euros por unos boletos inexistentes. ¿Y qué podrán hacer ahora los afectados? Pues poca cosa, esperar a que la Justicia actúe, que localice a este empresario desaprensivo y rezar porque se le puedan encontrar las decenas de miles de euros estafados a estos clientes. Pero, seamos sensatos, si aquí nadie devuelve lo robado cuando hablamos de millones, ¿creen que este personaje aparecerá y devolverá hasta el último céntimo todo lo sustraído? Permítanme que lo ponga en tela de juicio.
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Máximo Medina -