Cayó un muro, pero aún no hay libertad plena
Hoy se conmemora el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, todo un símbolo que suponía el fin de esos regímenes dictatoriales, de aroma inconfundiblemente comunista, con tintes más que autoritarios y que, evidentemente, estaban posicionados en contra de cualquier atisbo de libertad. A partir de ese 9 de noviembre de 1989, la Humanidad asistió al derrumbe de varios regímenes como el rumano, el húngaro, el checo, etcétera, hasta llegar incluso a fragmentar la hasta entonces férrea y marmórea Unión Soviética, hoy dividida en un ingente número de países. Sin embargo, a pesar de ese gran grito y gesto hacia la recuperación de los valores fundamentales de los ciudadanos, lamentablemente sigue estando en pie otro muro, más invisible, menos tangible, pero que hace el mismo o más daño que la famosa pared que separaba el Berlín del progreso con aquel donde sólo existía el pensamiento único y donde para escapar sólo cabían dos opciones, saltar la valla o que fueras detectado y, por supuesto, matado en el intento de fuga.
Y sí, mis queridos lectores, a fecha de hoy permanece como una amenaza más que seria una serie de dictaduras que la caída del muro de Berlín no ha podido sofocar. Ahí tenemos incansable a los hermanos Castro y su telón de acero caribeño alrededor de toda la costa cubana. En La Habana, a pesar de lo que nos venda Moratinos, impera a estas alturas una dictadura y una obediencia ciega a todo lo que significa el entorno del hombre del chándal y su hermanísimo. Quien sigue los preceptos que emanan desde el Gobierno castrista pasará hambre, pero muchas más penurias aquellos que osan a rebelarse contra la opresión y la tiranía de estos liberticidas. Y, por desgracia, España es una de las naciones que con los distintos gobiernos ha insuflado aire al dictadorzuelo, si bien tampoco se le esconde a nadie que ha sido Zapatero y su nulo ministro de Exteriores quienes han reforzado los comportamientos autoritarios en Cuba.
Pero ya no sólo hay que irse hasta el Caribe. Tenemos bastante más cerca los regímenes de los países islámicos, esos donde los derechos de la mujer valen menos que un billete de tiempo de la I República. Algunos pensarán que es una exageración, pero cada vez es mayor el crecimiento poblacional en estos países e incluso muchos están llegando a instalarse en países europeos y en Estados Unidos. Cierto es que hay quienes se amoldan a nuestras costumbres, pero tampoco hay que echar en saco roto a esos grupúsculos que hacen de su raza y de su religión un verdadero ghetto y teniendo en consideración que el número de nacimientos en cualquiera de las naciones de nuestro entorno es, incluso, hasta cinco veces menor que en el de ellos, los cálculos salen muy fácil y dentro de unas décadas cualquiera de estos países podría tener una mayoría de ciudadanos islámicos o descendientes de estos.
Sí, puede parecer exagerado, alarmismo puro y duro sin ningún fundamento, pero hay vídeos en la red, reportajes de actualidad que explican claramente este fenómeno demográfico y sólo hay que ver como se las gastan en sus territorios como para no imaginar siquiera someramente lo que podrían hacer en otras partes del planeta y España, sin ir más lejos, ya tuvo un dominio musulmán de ocho siglos. Por eso, tal vez, es recomendable repasar de vez en cuando la Historia, entre otras razones para no correr el riesgo de perder nuestro tesoro más valioso, la libertad.
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Máximo Medina -