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Desde mi escaño

Mercaderes de las desgracias ajenas

Mercaderes de las desgracias ajenas

España, lamentablemente, sigue siendo un país donde el deporte del carroñerismo es moneda de uso común en determinados ámbitos. Esta vez, aunque suene la cuestión a reiterativa, tengo que centrarme en el caso de la niña Aitana. Después de todo lo que ha sucedido y de que los medios hayan pedido perdón por, al fin y al cabo, hacer su labor, divulgar un informe médico en el que se denunciaban supuestos malos tratos, ahora algunos tratan de aprovechar el filón mediático de este asunto para sacar tajada, en forma de audiencia, con los restos de un hecho que, directamente, deberíamos olvidar todos, salvo un aspecto, el de la prudencia y el de evitar ciertos calificativos hasta que la Justicia no dicte sentencia. Y aún así, siempre con cautela porque no conozco un solo sistema judicial que sea plenamente infalible.

 

Pero, a lo que iba. La pasada noche del viernes un canal privado, Antena 3, traía en exclusiva en DEC (Dónde estás corazón) al hermano de Diego Pastrana. De acuerdo que dijo algunas verdades como puños, pero sin duda alguna metió la pata hasta profundidades abisales al haber dado carnaza a un medio en concreto. Desconozco si la relación de esta persona es buena o no con su hermano, si éste estaba o no al corriente de su aparición en televisión, pero está claro que su exposición ante los ojos de millones de españoles amenazan con convertir el caso en una auténtica romería donde todos querrán su parte del pastel y, sobre todo, del parné.

 

Por eso no me extraña que el propio abogado de la familia haya dicho por activa y por pasiva que no quiere que su cliente acepte oferta alguna de ningún medio de comunicación o, caso contrario, él se retirará del caso porque no quiere convertir esto en una feria donde todos tengan algo que decir. Y estoy de acuerdo. Posiblemente, los medios de comunicación somos los que menos tenemos que decir en este aspecto, nos tenemos que limitar a dar una información, ser veraces y seguir los juicios que pueda haber con la mayor objetividad posible, que nunca será la total, pero al menos hemos de conseguir dar la mejor información posible.

 

Aquí, lo que interesa a toda la sociedad es que se sepa de primera mano quién fue el médico que se equivocó en el primer diagnóstico, quién fue el que corrió raudo y veloz a filtrar un informe y qué agentes se extralimitaron en sus funciones. Y, ojo, que no quiero ni deseo que sus nombres o sus rostros salgan a la luz pública, pero sí que quienes tengan que sancionarles debidamente, lo hagan sin titubeo alguno. No sé en cuánto se puede establecer la indemnización que deben percibir, en primer lugar, los padres de Aitana por esa negligencia médica y luego el propio novio de la madre, Diego P.V, por privación injustificada de libertad y un supuesto maltrato en dependencias policiales, pero desde luego el precio debería ser, como mínimo, el suficiente como para que estas personas puedan atenuar en la medida de lo posible los daños físicos y morales a los que han sido sometidos. Esa sería la única noticia que, como periodista, me interesa dar. Lo demás, amigos míos, es amarillismo y morbo por el morbo.

1 comentario

Máximo Medina -

El espectáculo macabro se ha enquistado en las televisiones desde hace tiempo y no iban a dejar pasar una situación así como para no perseverar en el asunto. Una cadena televisiva trata de llevar a sus espectadores lo que considere que les va a enganchar, pero que un familiar directo del suceso se preste a este pasteleo es otra cuestión. Mientras el caso no se enfríe tendremos a los defensores de la presunción de inocencia comentando por todos lados, mientras que los otros persistirán en que sólo transmitieron un informe médico que jamás debió haber visto la luz. La verdad es que todo esto me resulta ya aburrido y en cierta medida absurdo.