Obama huye del gafe ateo
Le han chafado la visita interplanetaria a la mística de Leire Pajín. Finalmente, los seguidores de Zapateo (sí, está bien escrito, no es que la erre se haya marchado a una república independiente) se tendrán que conformar con la foto del presidente del Gobierno de España con Barack Obama en el desayuno de oración que tendrá lugar el próximo 4 de febrero en la Casa Blanca, una propina más bien birriosa y pírrica para las expectativas que se habían levantado en este país sobre la próxima llegada de Mr Yes we can a Madrid para participar en una cumbre bilateral entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Alguien le ha debido decir al señor Obama que menos viajecitos internacionales y más resolver los problemas que acucian a los norteamericanos, entre ellos un paro lacerante, y han tenido a bien descartar como relevante la cita que tendría lugar el próximo mes de mayo en la capital española y esa explicación, curiosamente, es a la que se han acogido todos los miembros del corifeo socialista; pero no cuela, por supuesto.
Y miren, señores y señoras del Gobierno y portavoces del PSOE en el Congreso. Sus vagas justificaciones denotan que la decisión de la Administración Obama les ha sentado como un jarro de agua fría, como una patada en el mismísimo trasero, una puñalada trasera que no se le esperaban. O sí, porque a mí me da la sensación de que si uno, con la fama de ateo que tiene nuestro presidente, se mata por ir a un desayuno de oración cuando tres meses después está fijada en la agenda un encuentro de tamañas proporciones entre los dos ejes principales de la economía, política y sociedad occidental, tal vez no había una férrea seguridad en contar con la presencia del presidente de los Estados Unidos de América. Y eso es lo que ha pasado, que al final Obama se quedará en la Casa Blanca hasta que le convenza el siguiente presidente temporal de la UE, algo que tampoco puede ser muy complicado.
Desde luego, tampoco me extraña que a Obama le hayan dicho sus asesores que antes de ir a España para que le lleven como el santo de las estampitas, de aquí para allá, mejor resolver los problemas internos. Nadie niega que el inquilino de la Casa Blanca tenga que estar en un continuo viaje, que el Air Force One haga más kilómetros dé más vueltas que el baúl de la Piquer, pero también le recomendarán que las salidas fuera del territorio estadounidense sean elegidas con coherencia y pienso que ya conocen como es Zapatero y el resto de su Gobierno, que donde van, la arman (y no para bien). Después del numerito de las niñas góticas y de las peticiones a la desesperada del jefe del Ejecutivo español para colarse en las reuniones del G-20, Obama no querrá más sorpresas y menos aún acabar completamente gafado por su homólogo español. Posiblemente, desde que empezaron los encuentros con ZP, la única buena noticia que ha tenido fue la concesión del Premio Nóbel de la Paz y me da la sensación de que su nombramiento ya había sido aprobado antes de que ambos dirigentes se estrechasen la mano y le transmitiera ese cenicismo innato.
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Máximo Medina -