El dúo Sacapuntas...de la desvergüenza
El ministro de Fomento, José Blanco y la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, demostraron ayer que saben ganarse el sueldo a fin de mes. Ambos protagonizaron uno de los episodios más chuscos que se pueda dar en una democracia después de salir a los medios de comunicación para quejarse amargamente de que hay un complot, una conspiración judeo masónica, para acabar con el líder socialista, con José Luis Rodríguez Zapatero. Sí, al parecer (y sin parecer) a estos personajes les parece lamentable de todo punto que determinadas plataformas de opinión o que el Partido Popular estén detrás de las severas e injustas críticas que está recibiendo a diario el presidente del Gobierno. Ni lo entienden, ni lo comparten y encima no se les cae la cara de vergüenza cuando realizan estas afirmaciones. Supongo que eso también debe ir en el salario.
Es decir, según Blanco y Pajín, no sólo es que España va bien, sino que estamos en el Mundial de la supereconomía (mucho más que en la Champions League) y censuran cualquier intento de desestabilización verbal, niegan la mayor, oséase, la crisis y lamentan no entender la inquina con la que actúa la derecha, a la que tildan de irresponsable por no respetar el período de Presidencia temporal de la UE que le toca ejercer a España. La verdad es que como ejercicio de hipocresía y funambulismo no está nada mal, sin embargo resulta hilarante que lo que les ocupe y les preocupe a este peculiar dúo Sacapuntas sean las críticas que se emiten desde la oposición y no la funesta realidad que vivimos, entre ellas la de un paro lacerante, una Justicia que ya no es que esté por los suelos, sino que ya transita por el mismísimo subsuelo o un sistema educativo que va proa al marisco.
Lo que olvida este Ejecutivo, por parte del señor ministro de Fomento, y el PSOE, en la persona de la hija de la transfuga de Benidorm, es que ellos mismos, cuando estaban en la oposición, no cejaban en sus críticas al mandato de José María Aznar. Estos mismos, junto con su jefe, Zparo, eran los que se pirriaban por ir detrás de las pancartas del No a la Guerra o del Nunca Mais, entre otras, para fustigar permanentemente al presidente de turno. Ellos sí que no respetaban absolutamente nada ni a nadie. Es más, les encantaba jalear a los ciudadanos para que salieran en masa a las manifestaciones y fueron, vía sms, los que consiguieron romper la jornada de reflexión tras los atentados del 11 de marzo de 2004. ¿Qué mayor irresponsabilidad cabe en este sistema que pasarse por el arco del triunfo 200 cadáveres con tal de conseguir un espectacular vuelco electoral? Lo lograron, sin duda, pero saben que ese argumento, falaz donde los haya, puede ser que dentro de un tiempo se acabe demostrando totalmente falso. Por si acaso, nada más llegar al poder, ordenaron la destrucción de muchas de las pruebas, entre ellas las de los amasijos de los trenes. Vamos, igualito que lo que aconteció en los atentados de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.
Insisto, el Gobierno y el partido que lo sostiene en el poder se sabe muy nervioso, y no sólo por unas funestas encuestas que, al fin y al cabo, no dejan de expresar el cabreo momentáneo, pero que en dos años se puede voltear o profundizar más en él; sino que ese estado de excitación y de alteración se debe a que cada vez el agujero laboral es mayor y que, como última solución, se logra lo que parecía ya insuperable, bajar aún más la protección laboral del trabajador en caso de quedarse en paro, con la mismísima anuencia de los sindicatos y con el baile feliz de unos empresarios que, a día de hoy, siguen teniendo como jefe a Díaz Ferrán, el mismo que fue incapaz de gestionar una aerolínea, pero que no se muestra avergonzado de trato ofrecido a sus empleados y a los usuarios que se quedaron tirados literalmente en los aeropuertos españoles y de Sudamérica.
Por supuesto, descartada la hipótesis de un adelanto electoral, máxime con las autonómicas catalanas a la vista y las municipales dentro de un año y tres meses, Zparo se agarrará a la poltrona monclovita como una auténtica lapa. Sólo un rechazo a los Presupuestos Generales de 2011, tal y como le pasó en su momento a Felipe González, provocaría una disolución de las Cortes, pero tampoco le doy crédito a esa opción, al menos mientras los mini nacionalistas puedan seguir sacando parné del Estado (aunque es verdad que cada vez queda menos dinero y sí mucha deuda acumulada).
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Máximo Medina -