¿Qué sabe el Rey de la crisis y el desempleo?
Su Majestad, el Rey Don Juan Carlos I, recibió ayer a los dos principales sindicatos, UGT y CCOO, para hablar sobre la situación actual de la economía española y tratar de buscar soluciones a la salida de esta crisis que tanto nos está afectando a los españoles. Y miren, a mí me parece muy bien que se investiguen fórmulas y métodos para escapar de una situación bastante preocupante, pero lo que no concibo bajo ningún concepto es que el que llaman el primero de todos los españoles, el Rey, sea precisamente quien se ponga a establecer una ronda de conversaciones con los principales sectores sociales, políticos y económicos. Acaso, pregunto yo, ¿tiene conocimiento Su Majestad de lo que es un contrato temporal, el despido libre o una jornada de 35 horas? Pues va a ser que no. Si Don Juan Carlos pretende aportar algo para la resolución de estas apreturas económicas, lo tiene muy sencillo, entre otras empezar a echar mano de ese extenso patrimonio y convertirlo en dinero para ayudar a las clases más desfavorecidas, a quienes llevan años sin poder cotizar y con una situación más que espantosa. Curiosamente, como por azar, a un excéntrico millonario residente en Baleares le dio por donar su gran fortuna, patrimonio inmobiliario incluido, a Don Felipe y Doña Letizia. Pues nada, no sé qué marcarán las leyes a ese respecto, pero por coherencia esos bienes deberían refundirse de tal manera que se pueda ayudar a un número importante de personas que no consiguen llegar a final de mes. De todas maneras, hay que reconocer que España se ha convertido en un país surrealista a más no poder. El vago más vago de todos los vagos de la galaxia, ese que no es capaz ni de escribir sus propios discursos, lidera esa agenda de reuniones, de encuentros, de la anglosajona tormenta de ideas para encontrar una salida a la crisis. Hombre, quizá lo único bueno que puede deducirse de todo esto es que tal vez empiecen a saber en los mundos maravillosos intramuros del Palacio de la Zarzuela que la vida no es tan de color de rosa, que hay gente que, aunque a ellos les parezca mentira, lo pasan mal. A lo mejor, incluso, el Rey aprende de una vez por todas que el Euríbor no es una dinastía borbónica europea y que el INEM no es donde se apuntaron sus vástagos para marcharse de palacio, que no es el Instituto Nacional de Emancipaciones. Pero vamos, estos encuentros no dejarán de ser más una mera pose, una instantánea más del campechano real.
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Máximo Medina -