Circo judicial con la Ley del Menor
El asesino de Sandra Palo vuelve a estar en libertad, y además con toda la chulería del mundo. Este siniestro personaje, que ya ha sido detenido y puesto en la calle cuatro veces, seguirá riéndose de la familia de esta chica y del resto de una sociedad que asiste indignada a la ligereza con la que actúan determinados jueces. Aquí da lo mismo robar un mendrugo de pan que cargarse a sangre fría a alguien. La interpretación, si no me equivoco, del artículo 25 de la Constitución Española, la de la reeducación de los presos para poder ser insertados con todas las garantías y las oportunidades en el sistema socio-laboral, es utilizado de forma muy laxa por ciertos magistrados que aplican las normas de manera muy sui géneris. Es decir, se mira más por los perjuicios del malhechor que por el sufrimiento de una familia que no sólo tiene que pasar por el trago de identificar el cadáver de su retoña, sino que además ve impotente como se ríen de ella en su cara o escuchar las manifestaciones de la señora María Antonia Iglesias, subdirectora o jefa de informativos en su momento de TVE, hablando de que estas personas, las familias de Sandra Palo, de Mari Luz Cortes o Marta del Castillo y así otras tantas, están protagonizando un circo mediático. Desde luego, creo yo, el único circo, y además de los malos, de los que no llaman a la risa precisamente, es el que protagonizan gente como la propia Iglesias y una parte de esos contertulios que acuden a un programa vomitivo como La Noria. Bastante dolor es para estos padres el tener que enterrar a sus hijas con tan pocos años de vida o, en el caso de la niña sevillana, Marta del Castillo, encima sin haber podido localizar el cuerpo porque otro Rafita en potencia, Miguel Carcaño, ha estado y seguirá burlándose de la Justicia y de la Policía a la hora de confesar qué es lo que ha hecho con el cadáver. Por supuesto, es deseable que los partidos políticos alcanzasen un acuerdo para incrementar las condenas a estos criminales, que no paguen un precio tan barato por sus asesinatos y hurtos con violencia. Rafita es un claro ejemplo de las disfunciones que hay actualmente en el sistema judicial y, lamentablemente, aprovechados por unos abogados capaces de defender lo indefendible. Oigan, que sí, que todo el mundo tiene derecho a ser defendido, pero tampoco conviene que algunos hagan alarde de unos éxitos que, internamente, deben reconocer que no les reporta un prestigio social. Muchos de estos problemas los evitaríamos con la eliminación de la llamada Ley del Menor, donde se juzga con un listón de parvulario a auténticos delincuentes del futuro, que son jóvenes a la hora de que su condena sea tan nimia, pero en cambio no se comportaron como niños a la hora de masacrar a una menor en la flor de su juventud. Cuando se impongan penas de adulto por actos así, posiblemente comenzaremos a mejorar y a prosperar.
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Máximo Medina -