De los cejateros a los garzoneros
De los cejateros a los garzoneros, así es como deben de empezar a llamarse esta pléyade de artistas, pseudoartistas e intelectuales variopintos que han tenido a bien mostrar su apoyo a ese juez de protagonismo exacerbado y muy amigo de los cheques santanderinos para pagarse los megacarísimos cursos y seminarios que recibió y posteriormente impartió en la Ciudad de los Rascacielos. Estos integrantes de la farándula, perfectamente influenciados por la esfera monclovita, se dieron cita el pasado fin de semana en Jaén, provincia natal del puñetero togado, para reclamar que se le deje de agobiar desde determinados sectores de la judicatura, los políticos de la supuesta extrema derecha o de los medios de comunicación que no son afines al régimen zapateril. Por supuesto, qué duda cabe, la reacción de estos miembros del club de la ceja, metamorfoseados en la banda de la toga, responde a una estrategia perfectamente diseñada para que el juez amigo no sea empapelado en el Tribunal Supremo por sus continuas prevaricaciones y actuaciones que se han apartado peligrosamente de la legalidad. Sólo hay que remitirse a la manera de instruir el llamado caso Gürtel y sus componendas con el entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo y la cacería andaluza, mientras varios imputados permanecían enchironados durante todo un fin de semana hasta que llegase el lunes y que el magistrado tuviera a bien que pasaran a declarar ante su excelsa presencia. O, por ejemplo, la chapuza de la reapertura de fosas de la época del franquismo y la ridícula e histriónica petición de la partida de defunción del Generalísimo. Al final, cuando vio que el tema de empezar a hacer de aprendiz de egiptólogo iba a ser más difícil que encontrar a Wally, a SG, SuperGarzón, no se le ocurrió mejor idea que mandarle la papa caliente a los juzgados provinciales. Total, como la Justicia va de maravilla y los asuntos van más ligeros que un desfile de cojos y lisiados, pues nada, más leña al fuego. Lo gracioso de todo este asunto es que los señores cejateros, reconvertidos en los garzoneros, vuelven a actuar a capricho, a ser muy selectivos en función de quien se trate. Tenemos muy presente lo que sucedió con el juez Gómez de Liaño, al que el Grupo Prisa consiguió quitarse de encima por interferir en aquellas operaciones nada legales y que obstruían la libre competencia en el sector audiovisual. Tiempo después, la propia Justicia le dio la razón al magistrado, pero la victoria no dejó de ser estéril para Gómez de Liaño, aunque la llamada justicia divina ha ido actuando y quienes le consiguieron echar de la instrucción de ese caso ahora ven horrorizados como sus pingues beneficios se han visto transformados en números rojos. En fin, sólo espero que dentro de unos días también salga a la palestra el moderado Willy Toledo para alabar la honradez del juez Garzón y que tilde de delincuentes comunes a los magistrados que pretenden expulsar de la Audiencia Nacional a uno de los pocos amigos capaz de defender lo más indefendible de este mundo
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Máximo Medina -