Partido Perdedor
El Partido Popular ha decidido suicidarse en Santa Cruz de Tenerife. Mientras dure la memoria colectiva de muchas generaciones que puedan ejercer el derecho a voto en las municipales, la formación conservadora suscribió el pasado martes su propia defunción, renunciar prácticamente de por vida a cualquier opción de ocupar la Alcaldía. El pacto perdedor acordado con Coalición Canaria supone, hasta extremos insospechados, una fractura delicadísima en las opciones de los hombres y mujeres que comanda Cristina Tavío. Las negociaciones llevadas a cabo entre ella y el alcalde capitalino han dejado bien a las claras que Ángel Llanos, salvo mejor criterio o valoración, ha quedado completamente desahuciado de cara a encabezar el proyecto de los conservadores para el año 2011 y que el propio PP se va a meter un trompazo espectacular en las urnas porque, estoy convencido de ello, los afiliados y quienes apoyan a esta formación no entienden los por qué de reeditar un pacto que saltó por los aires hace ocho meses, pero que llevaba deteriorándose desde hacía mucho más tiempo. Siempre he mantenido que el gran problema de los populares, especialmente en Santa Cruz de Tenerife, ha radicado en la guerra de los personalismos. Nadie puede negarle los méritos contraídos por Cristina Tavío al frente del PP, capaz de reunificar una formación que llegó a estar al borde de la marginalidad, electoralmente hablando, claro está; así como que tampoco se puede regatear el esfuerzo de Ángel Llanos en el año previo a los comicios de 2007, yendo por todos los barrios, manteniendo reuniones con diversos colectivos y, aunque sacando unos resultados regularcejos, mejoró los de Tavío, y arrancó de Zerolo un pacto bastante interesante, hasta que se quebró la confianza de uno en el otro y viceversa. Sin embargo, todo el mal viene desde que en octubre de 2008, Llanos intentara arrebatar la jefatura del PP insular a la entonces presidenta y finalmente reelegida de manera abrumadora. Aquel congreso celebrado en el sur de Tenerife dejó secuelas muy graves. Llanos fue consciente de que Tavío, a pesar de las promesas de borrón y cuenta nueva, empezaría a urdir la trama para que su protagonismo en el Ayuntamiento chicharrero fuera menguando progresivamente. Es más, los principales enemigos del entonces primer teniente de alcalde no estaban en mayor proporción en Coalición Canaria o en los partidos de la oposición, sino que las injerencias venían desde arriba y las reuniones secretas y no tan secretas entre Zerolo y dirigentes de peso de CC con Cristina Tavío o Antonio Alarcó dejaban bien a las claras que cada uno iba por su lado y sólo era cuestión de que la cuerda se tensase y se rompiera ese 28 de julio de 2009 con aquellas acusaciones extemporáneas de Llanos, hablando de que no se podía gobernar con imputados. Ahora, poco más de medio después, Tavío y Zerolo ponen el sello a un acuerdo que se venía cocinando desde muy atrás, pero ese pacto huele a postre final, y sin guinda, para el Partido Popular que, a ojos de los votantes, queda como una formación sin un mínimo de personalidad y capaz de tragar con lo que le impongan desde la bancada nacionalista. Y, a todas éstas, estamos hablando de un acuerdo de gobernabilidad para un año exacto, volviendo a cambiar de manos las direcciones de determinadas concejalías y tagorores con la misma facilidad que un intercambio de cromos. Y mientras, los vecinos con más necesidades y urgencias económicas, a verlas venir. Normal que luego la capital chicharrera sea el caldo de cultivo para la abstención.
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Maximo Medina -