Sinvergüenzas inmorales
Deleznable, no caben más calificativos. Dos personas relativamente cercanas a la familia de Marta del Castillo, la menor supuestamente asesinada en Sevilla, aunque aún no se ha podido encontrar su cadáver, no han tenido mejor ocurrencia que tratar de sacar tajada de este caso asegurando que tenían en su poder una carta donde uno de los implicados en este escabroso suceso relataba con pelos y señales lo acaecido entre el 24 y el 25 de enero de 2009. Por supuesto, se trataba de una burda estafa, pero que deja bien a las claras que hay personas que no se paran en barras a la hora de sacar una buena tajada, aun a riesgo de mercadear con el dolor ajeno. Afortunadamente, la Policía Nacional dio con el paradero de estos sinvergüenzas.
De todas maneras, lo que sí es verdad es que cuando un caso como el de Marta del Castillo se prolonga en el tiempo, lo normal es que suelan aparecer cazadores de recompensas, arribistas de medio pelo capaces de ofrecer pistas con aroma de veracidad, pero que en realidad están corrompidas en la forma y en el fondo. Aquí, en las Islas Canarias, hemos tenido episodios similares en relación a las desapariciones de Sara Morales y Yéremi Vargas. Han sido bastantes los pseudodetectives privados que han ofrecido sus servicios a las familias de estos pequeños, incluso garantizando unos resultados que, tristemente, nadie puede certificar, a pesar de las búsquedas masivas que se han hecho.
Y miren, al menos en el caso de los dos menores canarios, las pesquisas se han mantenido en el tiempo, pero de momento no se ha podido localizar a los autores de los hechos. Sin embargo, en lo tocante a Marta del Castillo, aún nadie puede salir del asombro ante la habilidad de los presuntos asesinos y cómplices o la torpeza supina de un sistema policial y judicial que se ha mostrado estéril a la hora de poder sacar la verdad a los implicados de lo que sucedió no sólo la noche de autos, sino de dónde se arrojó el cuerpo de la joven. Entiendo que se tenga que gastar hasta el último euro en esclarecer estas desapariciones, pero ya me resulta bastante surrealista que, con declaraciones juradas de la autoría de los hechos, a estas alturas esté el caso de la menor sevillana en el mismo nivel de incógnita que Sara Morales y Yéremi Vargas. Y es que cuanto más tiempo pase sin que se arroje un rayo de luz, se está creando un caldo de cultivo ideal para la presencia de estafadores de poca monta y de nulos escrúpulos.
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Máximo Medina -