Las cumbres del despilfarro
Decididamente, el Gobierno de España, con José Luis Rodríguez ZParo a la cabeza, se ha puesto por objetivo financiar todo lo que se mueva extramuros aun a riesgo de dejarnos al resto de los ciudadanos con las dos manos detrás. Este Ejecutivo se ha convertido en una suerte de ONG de cooperación únicamente internacional y se dan dineros a manos llenas a asociaciones de dudosa legalidad o existencia, se convocan foros exclusivos para las mujeres africanas (¿el resto no cuentan, señora De la Vega?) o de destinan fondos para, aunque no es el fin primigenio, seguir fomentando la piratería en el Índico, o por no hablar de los millones que se le han prometido al gabinete griego, en una muestra más de la escasa conciencia que tienen nuestros mandatarios sobre la realidad que vivimos diariamente en nuestras ciudades y pueblos.
De todas maneras, lo del pasado fin de semana en Valencia resultó toda una farsa de esas que tanto le encanta protagonizar a nuestra vicepresidenta española. Se erige en la salvadora y en la defensora de los derechos de la mujer del continente negro y, por ejemplo, aún se da carta de naturaleza a prácticas como la ablación porque, en palabras de esos progres de pegatina y pancarta condicional, son costumbres y tradiciones que hay que respetar, que forman parte de su acervo cultural, como las lapidaciones o que un hombre pueda tener tropecientas mil mujeres y tratarlas como mercancías, como si fueran camellos, dromedarios o kilos de cebollas.
En estas cosas se gasta el Gobierno de España los euros de todos los contribuyentes y, salvo honrosas excepciones, lo único que se provoca es que haya determinadas naciones africanas que aumentan cada vez más su nivel de pobreza económica y de podredumbre democrática. Y todo esto se debe a que no se mira hacia quién van dirigidas esas ayudas, sino que sólo interesa hacer la transferencia correspondiente y que sean luego los corruptos políticos de esos lugares los que decidan cómo y en qué medida se reparten el sustancioso pastel español de los fondos de cooperación. El resultado, sobra decirlo, es sencillo. Aquí se trata de quedarse hasta con las últimas migajas.
Por desgracia, a todos estos falsos defensores de la igualdad entre sexos aún no les ha entrado en la mollera (o al menos parecen no querer percatarse de ello) que no hay mayor discriminación hacia la propia mujer que la que están realizando ahora. La mejor política, al menos es mi pensamiento, es aquella que le da un plus a la preparación, a la capacidad, a la formación, a los méritos. Lo que no es de recibo son las cuotas porque sí. Se está listo o no se está, pero eso de que en un Gobierno debe haber tantos ministros como ministras no deja de ser una injusticia tanto para ellos como para ellas. Pero nada, la mujer en España, al menos con este Ejecutivo, seguirá siendo un mero elemento decorativo. A ZP y sus mariachis sólo les importa la defensa de las féminas africanas, aunque en el fondo, bien lo saben ellos, de puertas para dentro del continente negro no hay políticas de igualdad, paridad o composición equilibrada que valgan ni ablación que lo pueda resistir.
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Máximo Medina -