La asesora etérea y el concejal asesorado
El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se ha convertido en el lugar donde la astracanada campa a sus anchas. Cualquier cosa, por extraña que pudiera parecer, puede suceder en cualquier momento en el Palacio consistorial. Si ya es grave que la Concejalía de Economía y Hacienda nos cueste a los vecinos capitalinos más de 100.000 euros al año porque al titular del departamento, Jaime Hernández Abad, tuvieron que ponerle un asesor, Guillermo Núñez, un especialista en esto de las cuentas (aunque no cumplió su palabra de mantenerse fuera de la órbita de las corporaciones públicas), ahora tenemos que enterarnos por los compañeros de distintos periódicos digitales y de papel que el Consistorio le está pagando casi 50.000 euros a una asesora del alcalde, Miguel Zerolo, y cuyo principal mérito, según consta en esas informaciones, es no haber hecho acto de presencia por el Ayuntamiento. Es más, nadie la conoce, no se sabe nada de su paradero y, lo peor de todo, es que igual no es la única que, como personal de confianza, esté llevándoselo crudo sin disparar chapa.
Lo que no resulta de recibo, sinceramente, es que a estas alturas de la película, con todos estos datos sobre la mesa, nadie haya presentado la dimisión correspondiente. Todo esto es consecuencia de un reacuerdo sobre el acuerdo o del repacto del pacto entre Coalición Canaria y Partido Popular que, en perfecta sintonía, han conseguido convertir el Ayuntamiento en la casa de los líos, donde parece que sólo importa trincar la parcela de poder correspondiente y que a los ciudadanos, dicho alto y claro, les vayan dando por donde amargan los pepinos.
Muy elocuentes fueron las palabras vertidas hace unos días en una emisora local, Radio El Día, concretamente, por la concejal de Urbanismo, Luz Reverón, donde esgrimía como un éxito que el área de Vivienda siguiera en manos de Coalición Canaria. En definitiva, la historieta del pacto no ha sido más que otra cortina de humo perfectamente lanzada por Miguel Zerolo y que ha logrado expandirse por la perfecta colaboración de Cristina Tavío, una política que, con el paso de los años, se ha demostrado como alguien acomodaticia, que le encanta vivir del erario público y no meterse en más problemas. Para ella, sin duda, más complicaciones serían las de tener que mandar en una corporación. Por eso, nadie en el PP capitalino va a pedir explicaciones por los 50.000 euros de la asesora etérea.
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Máximo Medina -