Atlético, a contracorriente
El Atlético de Madrid demostró ayer que es el equipo más imprevisible del planeta. Cuando la temporada, allá por el mes de enero, pintaba con más bastos que otra cosa, ahora los de Quique Sánchez Flores están a sólo dos partidos de convertirse en los reyes de copas, en plural, porque se han metido en las dos finales de los llamados torneos del K.O, la Copa del Rey, frente al Sevilla y la Europa League, ante un sorprendente Fulham. Evidentemente, quienes sentimos la casaca rojiblanca estamos aún que no nos podemos creer que estemos viviendo un momento casi inédito en la historia de esta entidad. Hace tan solo cinco días aún hacíamos cuentas de los puntos que eran precisos para atar la permanencia y, desde anoche, ya sólo vivimos para las dos citas del 12 de mayo, en Hamburgo, y la del 19 del mismo mes, en Barcelona. Justo el año que más crisis hay, los aficionados atléticos se van a tener que rascar más el bolsillo, pero seguro que lo harán con todo el placer del mundo. Estas oportunidades se dan con menos frecuencia que el paso del cometa Halley.
Evidentemente, en el análisis que tengan que hacer los sesudos dirigentes del Atlético de Madrid, habrá que convenir que el principal artífice del éxito rojiblanco (llegar a dos finales en la misma campaña ya lo es, no digo nada lo que puede ser ganar alguna de ellas) ha sido la llegada de Sánchez Flores, capaz de enderezar una plantilla rebelde, acomodada, adocenada, con un Agüero o Forlán que pasaban de todo o un Reyes que era silbado día sí y día también por la afición. El míster, que llegó a últimos de octubre, estuvo a un paso de verse superado por los acontecimientos, el equipo no arrancaba, la derrotas seguían sucediéndose y el descenso a Segunda era una pesadilla más que palpable.
Sin embargo, fue empezar el año y llevarse un soplamocos de campeonato frente al Recreativo de Huelva, 3-0 en la idea de los dieciseisavos de Copa, para que el efecto de la disciplina de Flores comenzara a surtir efecto. Remontada en el torneo copero, 5-1, y apelando a la heroica, ligera mejora en la Liga, llegando a estar a cinco puntos de zona europea y eliminatorias a cual más épica frente a Galatasaray, Sporting de Lisboa, Valencia y Liverpool.
En definitiva, que en cuatro meses se ha volteado una campaña gris, pésima, desastrosa y calamitosa en un año que puede resultar grandioso para la entidad del Manzanares, aunque en Liga, por supuesto, se ha hecho el mayor de los ridículos, especialmente desde que se logró llegar a la final de la Copa del Rey y tenerse que jugar un puesto en Hamburgo contra el conjunto de Rafa Benítez. Bien es cierto que si la apuesta era desterrar todo esfuerzo en el campeonato de la regularidad para centrarse en la cita continental, el riesgo ha valido la pena, pero desde luego no éramos pocos los que hemos lamentado que el curso donde más fácil iba a ser meterse en la Liga de Campeones, el Atlético de Madrid haya flojeado (no sé si a propósito o porque la cortedad del plantel también ha contribuido a ello).
Eso sí, cabe destacar la deportividad y la caballerosidad mostrada ayer por aficionados ingleses y españoles y por los propios jugadores, entrenadores y directivos. Nadie se excedió ni en la celebración ni se volvieron locos por la derrota. Es más, chapeau por la deportividad del Liverpool que felicitó sobre el terreno a la plantilla madrileña y ésta, al contrario que el desfasado de Mourinho, no hizo gestos que pudieran molestar al exquisito y correcto aficionado red. Posiblemente, los ingleses también hubiesen sido justos finalistas, pero Benítez no tiró de cerrojazo como su colega interista, apostó por el fútbol bonito y eso, lamentablemente para los británicos, afortunadamente para los atléticos, nos benefició hasta extremos insospechados. Ahora sólo queda decir, aúpa Atleti y, al menos, que ganemos el 12 frente al Fulham y que una semana después, la fortuna sea la que dirima el choque entre rojiblancos e hispalenses.
2 comentarios
Máximo Medina -
Lewis Rogers -
Papá ya sé por qué soy del Atleti, quizás tú no que eres del Real Madrid. El colchonero es un caso especial, pero no por haber alcanzado estas dos finales coperas, una incluso continental, sino porque en los momentos claves saber dar la talla... por lo menos este año. Kun, el latido atlético, y Forlán, con sus goles en minutos decisivos, son dos de los baluartes del equipo, pero en Liverpool estuvo bien hasta el del Osasuna, Raúl García. Perea también pareció el central de otras temporadas y la gran sorpresa es ese jovencito que resguarda la portería con el extraño nombre de De Gea. Y Ujfalussi en el banquillo, por si acaso, que lesionado y todo estaba dispuesto a dar el do de pecho. No hemos de olvidar tampoco que el Atleti de Madrid lleva una campaña en Liga bastante mediocre, pero que a la vez es el único equipo que ha logrado ganar al Barcelona en el torneo de la regularidad. Sin embargo, a mí Quique Sánchez Flores nunca me ha gustado como técnico, es demasiado amarrón, aunque se lleva muy bien con los jugadores y los comprende como nadie. Pese a todo lo logrado, que se suba la euforia a la cabeza, porque las finales hay que ganarlas. Y la verdad es que este equipo puede... Pero si es el de Liverpool, no el que jugó contra el Xerez en casa y cayó con estrépito. Todos son distintos y todos son el mismo: el Atleti.