¿Dónde están los sindicatos?
¿Dónde celebrarán los sindicatos el 1 de mayo, Día del Trabajo (o del paro)? ¿Se irán en manifestación frente al Palacio de la Moncloa o, por el contrario, se desplazarán ante la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo para apoyar al juez Garzón y velar por su empleo en la carrera judicial? Mucho me temo, claramente, que será más lo segundo que lo primero. Es más, puedo constatar que ninguna de las dos subvencionadas y adocenadas plataformas sindicales de mayor relevancia en España, UGT y CCOO, tendrá por norma criticar lo más mínimo al Gobierno de Zapatero. Los casi 5 millones de desempleados que hay, siempre según datos oficiales y cocinados convenientemente para que no trascienda la verdadera cantidad, que sobrepasa esos cinco, no merecen ni la más mínima atención por parte de los Méndez y Toxo, sino que ellos, sin disimulo alguno, lo centran todo en una mera cuestión de mala gestión autonómica; eso sí, siempre y cuando sea una comunidad no gobernada por el PSOE, que si no las perritas gubernamentales corren peligro.
Realmente, con cuestiones de este calado, uno piensa si ya ha llegado la hora de que acabemos con determinados sindicatos. Estas dos asociaciones no sólo han demostrado que son inútiles de naturaleza, sino que además parecen haberse aliado con ZParo y el impresentable de Gerardo Díaz Ferrán, a la sazón aún presidente de los empresarios, para mirar hacia otro lado cada vez que se destruyen diariamente miles de empleos o que las empresas del líder de la CEOE resulten más turbias que una convención del hampa. Vamos, que hasta gente como el Dioni, aquel del ojo con estrabismo, pero con mejor vista que Federópticos a la hora de levantarse en peso los millones de una empresa de seguridad, serían más fiables a la hora de crear riqueza o, cuando menos, de evitar que siga aumentando la lista del paro.
Aquí, desgraciadamente, la situación no tiene visos de arreglarse hasta que, no sólo ya que cambie el signo político de este país, sino que en UGT y CCOO, los afiliados a esas centrales, en un ejercicio de democracia interna, le den el finiquito a sus secretarios generales y empiecen a tener unos representantes en condiciones, que sepan hacer acción sindical en condiciones, que se quiten de encima el velo del sesgo político porque, ha quedado fehacientemente constatado, con la derecha de Aznar, los trabajadores disfrutaron de una mayor protección (aunque el decretazo sí que hubiese sido una metedura de pata, aunque finalmente y sabiamente corregida), cosa que con el PSOE sucede todo lo contrario, el partido que más apuesta por las políticas sociales es el que, curiosamente, menos protege a los empleados, con la pornográfica connivencia de unos sindicatos que sólo velan por un empleo…el de Garzón.
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Máximo Medina -