Más trinque para los futbolistas
El Consejo de Ministros del Gobierno español se ha vuelto literalmente majareta. No sé si producto de una insolación o de una intoxicación etílica, lo cierto es que se ha aprobado o modificado, mejor dicho, un decreto por el que ahora, fíjense y pásmense ustedes, parte de la recaudación de la quiniela de fútbol irá a parar a los propios deportistas. Alguien podría pensar, bienintencionadamente, que ese dinero se destinaría a las categorías menos pudientes, esas de Segunda B y Tercera, donde malviven muchos futbolistas, los que pueden claro, porque en cuando la cosa se pone negra, se cierra el chiringuito y a otra cosa.
Realmente, mis queridos lectores, qué quieren que les cuente, que me parece una auténtica tomadura de pelo porque los jugadores ya cobran un pastizal a lo largo de la campaña como para ahora querer también trincar de la teta quinieslística. Y, al tiempo, ya verán como cara a la siguiente temporada nos suben la apuesta o la cuantía de los premios es menor, aunque se hayan apresurado los próceres ministeriales en desvincular esta partida con un retroceso en la cuantía del monto a repartir. Eso, sinceramente, está por ver.
Pero miren, lejos incluso de pretender quejarme por una hipotética disminución de los euros que pueden ganar los apostantes, mi indignación va más allá. Va, concretamente, destinada a ese colectivo de megacracks que ahora, supongo que a petición de ellos mismos, quieren darle un mordisco a esa fuente de ingresos. El argumento que alegan para acceder a esta nimia ayuda para ellos (generosa para quienes actuamos como público) se centra en que son parte del juego, que se está utilizando en cierta medida su imagen y que, por tanto, tienen que llevarse un porcentaje. Eso sí, no piensan igual cuando, por ejemplo, hacen el ridículo más espantoso y son eliminados por medianías continentales o locales. Entonces no. Ahí, lo que toca, es que los aficionados deberán arrimar más el hombro para apoyar al club, aunque se hayan estallado una media de 300 euros para ver a su escuadra en cuatro partidos europeos mal contados.
Lo cierto es que esto de los juegos deportivos de apuestas y los equipos empieza a tener una vertiente peligrosa, incluso a la hora de garantizar que determinados encuentros no estén contaminados o amañados de antemano. La pasada semana, por ejemplo, era vox populi que Sevilla y Atlético de Madrid tenían decidido el resultado antes, incluso, de que el colegiado decretase su inicio. El Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado, ONLAE, optó por poner ese choque como pleno al 15, pero en las casas de apuestas on line se pagaba una segura victoria del Sevilla a 1,33 euros por euro apostado, de tal suerte que arriesgando 100 euros, se obtenían 33 de rédito, así que multipliquen por 1.000 o por 10.000 (que hay gente especialista en estos campos y se llevan auténticas fortunas).
Lo peor de todo es que ya son varias las casas de apuestas que patrocinan a los equipos y, en cierta medida, no es ilícito pensar que pudiera haber acuerdos previos para que determinadas personas se enriquecieran en cuestión de hora y media. Por eso, con el dinero que ya obtienen de las casas de apuestas, amén de los pedazos de sueldo, ahora sólo faltaba que también le den un bocado al dinero de los quinielistas, aunque parece inevitable que así sea, gracias entre otras cosas a un Consejo de Ministros cada vez más alejado de la realidad.
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Lewis Rogers -