Falta de personalidad merengue
Sólo falta la firma. El actual entrenador del Inter de Milán, José Mourinho, se comprometerá oficialmente en las próximas horas (o en pocos días) con el Real Madrid. El técnico luso, flamante campeón de Europa con el cuadro transalpino, llega a la capital de España con la intención de convertirse en el elegido que acabe con la tiranía de títulos del Barcelona. Eso sí, que nadie espere un fútbol purista, vistoso o espectacular. El entrenador ha sorbido perfectamente los conocimientos del catenaccio y los aplicará punto por punto en el conjunto merengue. Por lo pronto, sus peticiones van encaminadas a que se contraten jugadores de corte racial, duro, sin concesiones de cara a la galería, es decir auténticos destructores y que luego un punta sea capaz de convertir las pocas ocasiones que genere el equipo.
Los popes madridistas, entre ellos el señor Eduardo Inda, director del cada vez más merengón diario Marca, se deshacen en halagos y en toda clase de epítetos ante la llegada del que consideran el antídoto para derrotar al barcelonismo. Bien es cierto que Mourinho sólo cayó una vez frente a las huestes blaugranas, en la eliminatoria de octavos de la Champions de la temporada 2005/2006, pero fichar a un técnico fijándose únicamente en lo que ha hecho en sus enfrentamientos ante el Barcelona y no por su bagaje general es, cuando menos, un riesgo innecesario, pero allá los rectores de la entidad de Chamartín con sus decisiones.
Desde luego, nadie va a negar los méritos contraídos por el preparador luso, que ha ganado dos Copas de Europa, una UEFA, varias Ligas en Portugal, Inglaterra e Italia y que ha sabido imprimir un sello personal indiscutible allá por donde va. Sin embargo, todos sus planteamientos obedecen a la más leal cicatería táctica. No deja lugar a la improvisación, los jugadores (aunque se llamen Etoo y sean de lo más rebelde) acaban posicionándose donde marque Mourinho. La idea del todavía entrenador del Inter es bien sencilla a la par que aburrida, dejar la portería propia a cero e intentar sacar rédito de alguna contra. Es decir, futbolistas como Kaká lo tienen bastante crudo para hacerse con un puesto de titular. Si observan el once del pasado sábado frente al Bayern del Munich, Mourinho tiró de dureza y rudeza defensiva tanto en la zaga como en el medio del campo para contrarrestar el toque de balón de los bávaros.
En fin, espero impaciente a ver a los valedores del técnico luso cuando los encuentros del Real Madrid pasen por ser una castaña, con triunfos raquíticos y con un juego previsible y aburrido. Me acuerdo lo que sucedió con Fabio Capello, dos veces en la entidad merengue y por dos veces expulsado de la misma pese a hacerse con dos Ligas. ¿El motivo? Un juego que no daba lugar a la creatividad. Pues Mourinho, por si alguien lo desconoce, no es un Miguel Ángel del arte futbolístico, pero me da la sensación de que alguien tiene muy engañado a Florentino Pérez, tal vez ese hombre de corbata perpetua, de camisas muy bien conjuntadas y de una cabellera perfectamente engominada, todo ello revestido de verbo fácil y dulzón.
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Lewis Rogers -