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Desde mi escaño

Contador y los gabachos

Contador y los gabachos

¿Contador debe pedir disculpas por su acción de ayer cuando atacó al ver que a Andy Schleck se le salía la cadena de la bicicleta por una acción, dicho sea de paso, que sólo es achacable a su torpeza o falta de pericia? Pudiera ser que por limpieza deportiva, por fair play, el ciclista de Pinto tendría que haber parado y esperado. Pero, ¿y el resto de compañeros en la fuga? Samuel Sánchez, por ejemplo, tercero en la clasificación, no fue de los que se volvió hacia atrás, al igual que el resto de corredores del mini pelotón de fuga que iban a lo suyo.

Los franceses, muy peculiares ellos, muy gabachos, la emprendieron a pitos contra Contador cuando recibió el maillot amarillo. Les pareció un gesto innoble no esperar a Schleck, pero es que en esto del Tour de Francia hay ejemplos como para parar un carro de participantes que han tenido que decidir en cuestión de milésimas de segundo sobre lo bueno para ellos o lo conveniente para los demás. Lance Armstrong, heptacampeón de la ronda gala, tuvo en 2003 la fortuna de ir por detrás de Josefa Beloki cuando éste, por mor de un asfalto muy caliente (o lo que fuese) se pegó la morrada de su vida. De hecho, su carrera como deportista profesional quedó truncada en pruebas de gran escala. El norteamericano fue testigo de la caída, pero no se frenó, se lanzó como un kamikaze por un campo de trigo y esa acción, a la larga, le valió para sumar el que fue en el 2003 su quinto Tour. Nadie, que yo sepa, recriminó nada a Lance.

El problema es que la honradez cotiza a la baja, y más en el deporte. Ser honrado a carta cabal le costó un ascenso a Primera División al mítico Eibar. David Silva, que en aquella época, temporada 2004/2005, jugaba con los armeros, tuvo el noble y leal gesto de abortar una acción de ataque en la que se quedaba mano a mano con el portero del Lleida. Prácticamente, era chutar a gol y poner a los eibarreses a un paso de la élite, pero el centrocampista canario optó por echar fuera el balón. Ese gesto tuvo su recompensa en forma de premio al deportista más deportivo, pero como dijo su entrenador, José Luis Mendilibar, “nosotros perdimos un ascenso”.

Evidentemente, en la alta competición ya nadie se fía de nadie. El ciclismo, precisamente, siempre ha sido un ejemplo de engañar al rival con tretas presentables y otras no tanto. Perico Delgado, por ejemplo, siempre jugaba con la baza de hacerse el desfallecido y arrancar como un reactor en cuanto llegaban los repechos más complicados. Otros, como el danés Rasmussen, en lucha con Contador (el que al final sería el primer Tour para el de Pinto) prefirió emplear armas más sutiles como la de doparse hasta la cejas. Pero la jugada le salió mal a puertas de París y fue descalificado cuando lo tenía todo para ser el ganador en los Campos Elíseos.

Por eso, con todas las marrullerías que se cometen en el deporte, lo que hizo Contador fue pecata minuta, pero insisto que, además, no fue el único en atacar. El resto también lo hizo. Lo que sucede es que Francia, desde la época de Fignon, no ha vuelto a ver a un francés en lo más alto del podio y encima se han tenido que comer con papas fritas a muchos españoles, Delgado, Induraín, Pereiro, Sastre o Contador como líderes y campeones absolutos. Demasiado españolismo para el delicado estómago gabacho.

1 comentario

Lewis Rogers -

Está claro que el Tour como espectáculo deportivo ha decrecido mucho desde los tiempos de Induráin. Ahora, la carrera se vuelve algo monótona, cuando faltas diez kilómetros para el final, los expertos ya te dicen lo que puede pasar e incluso dónde va a atacar tal o cual ciclista. Está todo controlado y perfilado, hasta tal punto que una sorpresa es algo casi imposible. La acción de Contador se enmarca en este decorado: carrera profesional, monstruos de las dos ruedas (sin motor) a toda pastilla y uno de ellos tiene un problema mecánico. El otro aprovecha, se escapa y logra unos segundos de ventaja que le dan el liderato de la prueba. ¿Qué hay de raro? Yo no veo absolutamente nada, si bien uno tuvo mala suerte y el otro supo ver la ocasión. Aquí no hay disculpas que valgan porque se están jugando mucho dinero ambos corredores y sus patrocinadores y es hasta lógico que el que pueda, aproveche la coyuntura. Extrapolamos el asunto al fútbol y un delantero se escapa con un balón y el defensa que se le marca se resbala y cae. ¿Le espera el delantero para seguir la pugna? Por supuesto que no, marca el gol o lo falla, pero nadie piensa que sea antideportivo por haberse aprovechado del tropiezo de su rival. Creo que el asunto está claro y que lo único que tiene que hacer Contador es meterle unos cuantos minutos en un ascenso y dejar las cosas claras. Lo demás es buscar polémica donde no la hay.