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Desde mi escaño

A favor de la vida...del toro

A favor de la vida...del toro

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña estaba cantada. Y digo que era esperada porque todo lo que huela a tradición española es convenientemente vetado en esa región, especialmente desde 2003, cuando entraron en escena unos señores que representan el tripartito y que su único interés es vivir a costa de España, pero sin España. Es algo así como querer lograr la independencia, pero con financiación estatal. Claro, porque eso de vivir emancipado debe ser la releche, pero que las perras las siga poniendo mamá-papá Estado central, ¿verdad?

A mí, lo de que no haya corridas de toros, en general, me parece genial. El espectáculo de la Fiesta Nacional debería de ser como en Portugal, donde únicamente se lidia a la res, pero luego es devuelta a su dehesa natural. Lo que sucede con los políticos catalanes, todos esos que se han puesto rampantes con la aprobación de la prohibición, es que a ellos les motiva, como decía Albert Rivera, borrar toda concepción española. No pueden soportar la idea de ser una más de las 17 comunidades autónomas. Ellos tienen que ser más, una nación y si pueden cargarse el espectáculo de los toros, lo harán, no lo duden.

Lo que sucede, mis queridos amigos, es que las contradicciones llegan de inmediato. Las mentiras, en este caso, tienen los cuernos muy cortos y, el mismo día en que se aprueba en las Cortes Catalanas esta ley, en San Carlos de la Rápita se celebra a bombo y platillo el espectáculo del toro con bolas de fuego. ¿Ahí no sufre el animal, señores Rovira, Mas, Saura y compañía? Parece mentira que ustedes tengan tanta cara y la muestren tan poco.

Y podemos ir más allá, casi hasta el infinito, señores míos. ¿Ustedes son los que velan por el derecho del toro a vivir con una mano, pero con la otra votan sí al aborto? Lo de ustedes es de una hipocresía que no conoce límites a la desvergüenza. Hay que echarle rostro al asunto para salir a la escena pública y no descomponerse en absoluto. Tiempo precioso que está perdiendo la Conferencia Episcopal Española en readaptar su campaña publicitaria. Olvídense del lince. Pongan un toro al lado del niño. Más efectista y oportuna no podría ser la propaganda.

1 comentario

Máximo Medina -

En 1990 se suprimieron los toros en Canarias y no pasó absolutamente nada, quizás porque no hubo oposición alguna a que eso ocurriera, pues aquí los festejos taurinos como que nos han resbalado mucho en el transcurso de los años. En la Islas nunca hubo tradición con los astados y no es que gustara o dejara de gustar, simplemente no interesaba, no existió nunca pasión. Ahora ocurre en Cataluña y se monta la de Dios. Tampoco es para tanto si todo esto no tuviera un evidente trasfondo político, en el cual lo único que se busca es joder a los españoles que sí son amantes de los toros. No puede ser una medida ecologista, o no debería, porque sin corridas, el toro de lidia desaparecería como especie, pues es una raza especial 'creada' para esta finalidad de un espectáculo. Y tampoco creo en la vertiente de protección animal, porque entonces los toros con bolas de fuego habrían desaparecido mucho antes o incluso los encierros (¿qué haríamos con las fiestas de San Fermín?). Los políticos catalanes, el pueblo catalán pienso que es otra cosa, han optado por la vía de adjudicarse todo lo que les viene en gana y desde la sentencia del Estatuto están que saltan a la menor tontería. Por la vigente ley electoral siempre tienen la llave del Gobierno del país, salvo que haya mayoría absoluta, y la verdad es que tampoco se puede pretender que 7.364.078 personas manden más que 46.951.532. La aritmética democrática falla de forma ostensible y esa dependencia central hace que la Comunidad Catalana obtenga de Madrid todo lo que pretenda y un poco más. En los últimos meses se ha entrado en una dinámica insoportable para el resto del Estado que ve la manipulación constante de Montilla y el tripartito en todo lo que concierne a España. Algunos catalanes dice que su región es una nación y buscan la independencia. Por mí que se las den mañana mismo. Nunca me gustaría tener dentro de mi propio edificio a alguien que no quiere vivir en él. Muchos cuentos se iban a acabar en España así. Por cierto, ¿a quién les sacarían los presupuestos los catalanes, a Europa? Pues van dados, sin olvidar que el mercado español lo perderían de modo ostensible. Por algo CiU siempre ha basado su estrategia en una futura independencia y nunca la ha pedido. La ambigüedad es una dama con mucho, quizás excesivo, glamour.