El PP santacrucero no aprende
Al Partido Popular se la están colando en Santa Cruz de Tenerife. Además, como dicen los modernos, por toda la escuadra. La enésima crisis desatada en el seno de los conservadores a raíz del escándalo de las facturas personales para la Intervención (un hecho que, para quien lo quiera escuchar, ya recibió el visto bueno de la Audiencia de Cuentas) está dando para muchos titulares. Y mientras, Zerolo (CC) más feliz que un niño con una piruleta.
Porque que nadie se lleve a engaño. Los nacionalistas se frotan las manos ante el episodio de autodestrucción del PP santacrucero. Las encuestas tan nefastas de hace un año se han tornado en resultados más favorables para los intereses de Coalición. Sabían que el único que podía plantar y plantear batalla era Ángel Llanos. Pero éste, con un exceso de celo y protagonismo exacerbado en ocasiones (a pesar de las recomendaciones superiores), unido a un adelanto de los nombres de una terna de aspirantes (Tavío, Matos y Alarcó), ha visto enterradas todas sus opciones de ser cabeza de lista.
Quiero entender que a la vuelta de las vacaciones (si es que no se ha producido ya el hecho) la dirección regional del Partido Popular dará un sonoro golpe sobre la mesa para que las escandaleras de patio de vecindad de la formación en la capital tinerfeña cesen de inmediato. El PP sabe que está ante un panorama muy similar al del año 1995, cuando arrasó en las municipales y autonómicas, y en Santa Cruz, por ejemplo, se quedó a nada de ganar al sempiterno Manuel Hermoso (que luego fue relevado por Miguel Zerolo).
Pero para ganar unos comicios se requiere un ingrediente fundamental, el de la inexistencia de altercados. Claro que en las formaciones hay luchas intestinas, eso es de cajón. Sin embargo, es un sinsentido airear los trapos sucios, las puñaladas traperas y las disensiones que se producen de puertas adentro. Sólo basta con poner de ejemplo lo que pasa en el PSOE madrileño. Al final lo venderán de democracia pura, pero la pasada semana hemos asistido a un bochornoso espectáculo donde Zapatero trató de persuadir a Gómez para que dejase su puesto en beneficio de Trinidad Jiménez. Nones.
1 comentario
Máximo Medina -