El muñeco de la hipocresía
El cinismo, la hipocresía, la caradura y la desvergüenza del presidente del Gobierno de lo que queda de España, José Luis Rodríguez Zapatero, llega lejos, tanto como para viajar hasta Pekín con el muñequito Miguelín, un monstruoso bebé de varios metros y que, según el babieca de Moncloa, representa el futuro de nuestro país. Hay que echarle rostro al asunto, pero la jeta del jefe del Ejecutivo parece de hormigón armado. No se descompone un ápice.
Puesto a poner un ejemplo de lo que representamos en el panorama internacional, ZParo no pudo haber llevado hasta la Expo china una muestra de su peor catadura. Y no es porque la economía nuestra se encuentre en pañales, que lo está, sino por la propia representación de un niño que, aparte de habernos costado a los españoles más de medio millón de euros, encima es una contradicción a las políticas de Herodes que ha puesto en marcha el Gobierno del Zapafiestas este.
Para quien necesite un refresco mental, ZP ha impulsado la barra libre del aborto. En España no sólo es que sea un chollo poder cercenar las vidas que están concibiéndose en el vientre materno, sino que además ya se acabaron las ayudas a las familias que opten por concebir un bebé. Se ha optado por las medidas del revés del pepino, castigar a quienes apuestan por la reproducción y darle, en cambio, todos los medios a aquellos que piensan que la creación de la vida es un juego y que se le puede dar al botón del Cancel o del Reset como si no pasara nada.
Lejos de parecidos del muñequito de la hipocresía con ZP, nuestro aún presidente del Gobierno sigue insultado la inteligencia de los españoles. Sólo a él se le podía ocurrir representar nuestro futuro económico con el símbolo de un gran niño. Aplicando sus mismas medidas abortivas, eso quiere decir que nuestro porvenir en el terreno de la economía está forzado a acabar en la vía muerta, en el depósito de cadáveres o, peor aún, en el cubo de los non natos.
Lo del bebé, por si queremos profundizar aún más, no deja de ser una alegoría de nuestra inmadurez e irresponsabilidad a nivel internacional y la peligrosa obcecación de un mandatario que, al igual que el recién nacido, no es capaz de ver el peligro. El problema es que cada vez que ZP ha metido los dedos en el enchufe los que nos hemos electrocutado hemos sido nosotros.
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Máximo Medina -