Rashidi, ¿un nuevo estafador en nuestro balompié?
Si fuese aficionado del Puertollano, estaría tentándome la ropa. Leo en Marca.es que el equipo de la provincia de Ciudad Real ha sido adquirido por una especie de jeque de los Emiratos Árabes, Kami Rashidi, de procedencia iraní y con nacionalidad española, que promete poner en cuatro años al equipo en la Primera División del fútbol español. Asegura que tiene millones para lograr tal empeño, aunque de momento tendrá que luchar porque los del Sánchez Menor salgan del agujero más complicado de nuestro balompié, el de la Segunda División B.
Toda generalización acarrea injusticias, pero es que hemos visto como en nuestro fútbol han llegado auténticos fanfarrones multimillonarios que han cogido diversos clubes y cuando se han cansado del juguete, lo han devuelto a sus socios para el arrastre. En otros casos, ni rastro de la entidad, desaparecida por deudas, impagos y morosidades varias.
En España hemos sufrido a personajes como Dimitri Piterman, un millonario ruso que, inicialmente, cogió al Racing de Santander hasta que fue desalojado de ahí antes de que llevase a la quiebra económica y deportiva a la entidad cántabra. Después, como todos sabrán, se fijó en el proyecto del Alavés. Como Atila, dejo al cuadro de Mendizorroza hecho, nunca mejor dicho, unos zorros. Hoy transita el equipo con más pena que gloria por la Segunda División B.
Al margen del estafador de la estepa, nuestro país ha sido un objetivo ideal para auténticos cantamañanas de la Pampa. Leganés, Badajoz o Xerez han sido víctimas de empresarios argentinos que vinieron prometiendo el oro y el moro y lo único que dejaron fue una ruina más que evidente y riesgo de desapariciones o refundaciones de los equipos.
Marcelo Tinelli se hizo con la mayoría de las acciones del Badajoz a finales de los 90 y estuvo tres temporadas en la entidad pacense. Sus ansias de intentar poner al equipo en Primera duraron poco. Su mejor clasificación, una decimocuarta posición. Al final, cómo no podía ser de otra manera, los blanquinegros acabaron descendiendo a Segunda B, luego a Tercera y al final se tuvieron que refundar, como pasó en su momento con otros históricos como el Burgos, Málaga o Almería.
Leganés también conoce de las andanzas de un timador profesional como Daniel Grinbank, el que quería hacer del cuadro madrileño un referente y ponerlo en la élite. Nunca hizo oficial la compra del club pepinero y el clan de los argentinos que trajo para el plantel, con Carlos Aimar como técnico, se quedó tirado como una colilla mientras el supuesto empresario hacía las maletas rumbo a Buenos Aires. El daño fue irreversible y el Lega también sucumbió al fantasma del descenso.
Finalmente, el Xerez conoció a otro caradura procedente de Argentina, el empresario Federico Souza. Cierto es que en el caso de la entidad andaluza lo de tener presidentes y dueños impresentables ha sido moneda de uso común. Desde los que pasaban de pagar al plantel a los que, directamente, acababan siendo conocidos por sus devaneos con el mundo de la prostitución y las drogas.
Souza, dentro de esta media, sólo se limitó a prometer y una vez metido, ya se sabe, nada de lo prometido. Su único acierto, Néstor Gorosito, un técnico que hizo creer a una plantilla de medio pelo que era posible la permanencia (pese a estar a más de 15 puntos de la salvación) y estuvo a un paso de conseguir la hazaña. Una vez certificado el descenso a Segunda, el empresario levantó el chiringuito y que ahí se pudran los jerezanos.
Por eso, que echen las campanas al vuelo los buenos aficionados del Puertollano. Los proyectos empresariales, especialmente los deportivos, dependen de muchos factores, pero en especial de que la pelotita quiera entrar en la red. Además, dicho sea de paso, me gustaría ver esos 25 millones de euros que pretende invertir el señor Rashidi. Me sé de un tal Fernando Peña, empresario del pan y de la construcción en Tenerife, que prometió invertir cuatro millones en el proyecto de El Mundo-La Gaceta de Canarias. Aún están esperando a que ponga el primer euro. Estafadas cien familias y, también, el avispado Pedro J.Ramírez.
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Lewis Rogers -