Peña: El pan como unas tortas
Fernando Peña Suárez, el fiabilísimo socio de Pedrojota Ramírez en Canarias, ordenará a sus herederos que el día de su muerte coloquen este epitafio en su lápida: "El hombre que se hizo a sí mismo y así hizo las cosas, un pan como unas tortas". Este personaje va regando de perlitas todas sus actuaciones. Al contrario que los cuatro héroes del Equipo A, no dude en evitarlo o su dinero puede correr serio peligro.
Desde luego, casi dos años después del cierre de El Mundo-La Gaceta de Canarias, aún no sé que es lo que pudo ver el perspicaz equipo directivo de Unidad Editorial para confiar su proyecto insular a semejante haragán. Fíjense que aún quedan vistas pendientes entre el empresario y El Mundo, también están por resolverse varios juicios de cantidad, denuncias por supuestas faltas y así un largo etcétera que motivaron la huída y borrado colectivo de memoria de un Pedrojota al que le han metido uno de los mayores goles por la escuadra.
Pero, si surrealista ha sido todo lo que ha acontecido con la defunción del diario, no se pierdan ahora el penúltimo episodio. Si Santiago Segura dio vida a Torrente como el brazo tonto de la ley, Fernando Peña se convierte ahora en el tonto de oficio al representarse a sí mismo en los juicios. Hay que recordar que entre las grandes consecuciones de este empresario de pan y de la construcción (Paybo y Salatín) está el no haber pagado un solo euro a los abogados que le han representado en diferentes vistas.
Una de las primeras que se puso como guardiana de Corps de los intereses fernandianos fue una tal Margarita. Persona más pleiteadora e ir casi en contra de la lógica legal para perjudicar a unos trabajadores a los que se puteó desde el minuto 1 de la entrada de este empresario jamás se había visto. Eso sí, cuando Peña ya no la necesitaba se desprendió de ella sin pagarle los emolumentos pertinentes. Ahora, curiosamente, está en la cola de los acreedores. ¡Qué cosas!
Lo dicho, como este personaje no puede (o no quiere, más bien) costearse un abogado (le debe 62.000 a Garrigues), ahora ha optado por presentarse a las vistas como autorepresentado. Eso sí, menos mal que no se le permite que se coloque una toga. Este tipo sería capaz de ponérsela y todo. Se limita en su exposición de los hechos a leer un papel (vaya usted a saber quién se lo ha redactado) y se queda tan ancho.
A este paso, al ex socio de Pedrojeta en Canarias sólo le quedará ponerse como administrador concursal o, mejor aún, pedir que le coloquen en la lista de acreedores. Capaz es todavía de justificar que este extinto proyecto le ha hecho perder dinero.
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Máximo Medina -