Turismo socialista
Hay hechos en esta vida que, por mucho que se quiera adornar con la panoplia lingüística, no tienen vuelta de hoja. Dice el senador socialista por la isla de Tenerife Aurelio Abreu que los socialistas han hecho por el turismo más que nadie en toda la historia de la democracia. Y, digo yo, ¿por qué turismo? ¿Por el de Turquía, Egipto, Túnez, Marruecos o la República Dominicana? Desde luego, por el de España y más en concreto el de Canarias, nones.
Puede hablar y no parar desde su atril, señor Abreu, pero los datos son incontestables. A principios del nuevo siglo, entre el año 2000-2003, aquí nos visitaban de media 12 millones de personas y ahora cuesta Dios y ayuda llegar a esas cantidades. El trabajo que con denuedo está llevando el departamento autonómico de Turismo (aunque en franca controversia siempre con los patronatos insulares) no se ve apoyado por el Gobierno central, que parece estar más contento con el hecho de que sus nacionales veraneen o pasen sus días de asueto fuera de nuestras fronteras. ¿Tal vez para que así no se enteren por unas semanas de los desmanes que aquí se cometen? Puede.
España, en las últimas décadas, era un destino de prestigio, con playas maravillosas, con un floreciente turismo rural y cultural, pero hemos descuidado la gallina de los huevos de oro hasta el punto de que hoy estamos al nivel de la Italia de los años 80, cuando ya empezaba a huir el turista de los encantos transalpinos por los robos (legales y criminales) que tenía que aguantar día tras día. Por ejemplo, la cosmopolita Barcelona está entre las urbes con más sustracciones de carteras y cámaras de todo el planeta.
Por lo que respecta al Archipiélago, hablar de un turismo de calidad y de que usted pretenda colgarse una medalla me parece poco menos que pretencioso. Disponemos de una planta alojativa que raya en la obsolescencia, no hay visos de que la situación pueda revertirse y tenemos noticias semanales de hoteles que cierran sin remisión, el último en Santa Cruz de La Palma, o establecimientos que cuentan sus días para poner el candado mientras los trabajadores permanecen en sus puestos para evitar perder sus derechos adquiridos durante tantos y tantos años.
Fíjese, señor Abreu, si ustedes, los socialistas, hacen poco por el turismo que ahora, por ejemplo, quieren cargarse parte de los porcentajes del descuento establecido para que baleares, canarios, ceutíes y melillenses viajen de un lado a otro del país. Consienten que la compañía de bandera (con el seguidismo hipócrita de las otras) nos jeringue con el cobro de la segunda maleta, que se ponga precio a todo (hasta por estornudar), que se prohiba la rotulación en castellano en Cataluña o, lo más surrealista, que a un ciudadano de Tenerife le sea más barato viajar a Londres que a Madrid o que incluso a la vecina Lanzarote. Esas son las facilidades y las contribuciones turísticas del socialismo.
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Máximo Medina -