Gamberrismo consentido
Gamberrismo adolescente y Policía Local vaga hasta la extenuación, un cocktail ideal para que los amigos del destrozo libre campen a sus anchas sin que nadie actúe. Cientos de vecinos observan en la plaza de Los Sabandeños a cuatro mozalbetes como vuelcan papeleras, llenan toda una plaza de papeles y basura variada y luego, cuando ya se han aburrido de romper pedazos de propaganda y periódicos, reúnen un montoncito para quemarlos y hacer una hoguera que ríanse ustedes de las de San Juan. Eso sí, llamas al 092 y te sale siempre la misma voz de tío impasible que te larga el rollo de “ahora mismo le mandamos una unidad”. Sí, el concepto de “ahora mismo” para la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife, la de Hilario Rodríguez, son 40 minutos de reloj.
Y claro, con tardanzas de este estilo, que además suelen ser la norma habitual, al menos por estos lares, cualquiera puede cometer fechorías a su gusto. Una vez, ya hace algunos años, un concejal de zona, de Coalición Canaria, para más señas, tuvo el desagradable gesto de espetarle a los vecinos que aquí no se hacían mejoras ostensibles o se decoraba con adornos navideños la zona de Tomé Cano porque, sencillamente, los vecinos eran en su mayoría “godos” y, claro está, no votaban al nacionalismo. Obviamente, alguien, con muy buen criterio le dijo que sólo cabían dos posibilidades, o bien este servidor público estaba aplicando criterios racistas a la hora de favorecer a unos barrios en detrimento de otros o bien es que tenía poderes para saber lo que había votado o dejado de votar cada vecino. Cualquiera de las dos opciones le dejaban en mal lugar, obviamente.
Lamentablemente, la delincuencia juvenil y adolescente es un denominador común en todos los barrios, pero la actuación policial nada tiene que ver en según qué lugares. Zonas como Ofra, Las Delicias, Los Gladiolos etcétera, parecen contar con las prebendas del concejal de Seguridad, el ‘purista’ Hilario, en perjuicio de zonas en las que, pese a estar la comisaría a 300 metros, no parece haber nunca unidades libres. Y encima, tras el descacharrante capítulo de las motos estropeadas, más cachondeo aún.
Los vecinos, vivan donde vivan, se merecen un respeto máximo por parte de sus dirigentes. Aquí no vale con venir una vez cada cuatro años, hacerse la foto y desaparecer durante toda una legislatura. Aunque, claro está, tampoco toda la culpa la tiene el político de turno, sino esa especie de mafia politizada revestida con el nombre de asociación de vecinos que, curiosamente, en el caso de la AA.VV de El Chapatal, que es la que ¿vela? por los intereses de esta zona, Tomé Cano, no desea un enfrentamiento con CC. Y es que, al fin y al cabo, los nacionalistas saben poner muy bien los huevos en varias cestas y saben de sobra que un trabajo arduo se realiza en esos locales, donde se amasa a la perfección la voluntad en las urnas de los hombres y mujeres de los barrios chicharreros.
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Máximo Medina -