Zarrías y Rubalcaba, los 'Zetapetados'
Imagínense por un momento que ustedes son cualquiera de los integrantes del Consejo de Ministros y están reunidos de urgencia el viernes en la noche o el sábado en la mañana para tratar el tema de los controladores. Cuando se encuentran en el fragor de la discusión entra por la puerta el mentalista Anthony Blake y en un abrir y cerrar de ojos encuentran la solución. ¿Y cuál? Dirán ustedes. Fácil, que la culpa de todo la tiene el contubernio judeo-masónico del PP que sabía lo que iba a pasar y por eso Rajoy se fue a Lanzarote a tumbarse en la hamaca para disfrutar del desaguisado.
De hecho, hay datos fidedignos que así lo acreditan. El nivel de zumbamiento con el que salieron respectivamente los señores Rubalcaba y Gaspar Zarrías en sus ruedas de prensa sólo es equiparable a que alguien, una especie de parapsicólogo les hiciese una sorbida de seso tan brutal que, por supuesto, tuvieron que comparecer ante la opinión pública en un estado de shock profundo, pero dejando claro que toda la responsabilidad era de un PP que tenía datos de primera mano.
Aparte, la persona que estuvo dentro de ese Consejo de Ministros y ejecutó la terapia también logró otro efecto contundente, el de la amnesia. Este Gobierno pareció olvidar por arte de birlibirloque que hace apenas unos meses la capital de España, Madrid, vivió unas jornadas surrealistas con la brutal huelga del Metro. Por aquel entonces salía la ViceVogue para echar balones fuera y decir que la crisis la tenía que solucionar Esperanza Aguirre y, por supuesto, riéndose a mandíbula batiente el ministro del Conceto, digo de Fomento, Pepiño Blanco.
Y es que el doble rasero del PSOE no precisa de mentalistas (ni creo que haya habido ninguno en el Consejo de Ministros extraordinario). Los socialistas lo llevan perfectamente implantado en su genoma. Para Zapatero era más divertido estar en la oposición porque podía tirarse a la calle detrás de la pancarta o promover algaradas propagandísticas como las del 13 de marzo de 2004, fechas en las que aún no nos habíamos recuperado del mayor atentado terrorista y el gran conspirador del Estado, Alfredo Pérez Rubalcaba, el hoy ministro del Interior (la zorra cuidando del gallinero), dedicándose al envío masivo de mensajes y hablando de que nos merecíamos un gobierno que no dijera mentiras. Es verdad, el Ejecutivo de ZP no dice mentiras, se las inventa directamente y en cantidades industriales.
Esperemos que este episodio de los controladores le pase factura definitivamente a un Ejecutivo inepto, inútil, improvisador, mentiroso y que no respeta los derechos sociales más elementales. Y fíjense que estoy casi convencido de que a los jetaduras de los controladores tampoco les va a pasar nada a pesar de haber puesto España patas arriba con la anuencia de un Gobierno que tuvo la ‘habilidad’ de recortarles derechos salariales en el inicio del puente. ZP ya ha demostrado que tiene una capacidad para arrugarse digna del mejor acordeón (y encima siempre dando la nota).
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Máximo Medina -