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Desde mi escaño

Sanz: Sinvergüenza y caradura

Sanz: Sinvergüenza y caradura

Soy fascista, lo reconozco. Desde luego si se entiende por tal condición la definición que realizó el cantante Alejandro Sanz, que se permitió el lujo de llamar así a los políticos y a los millones de españoles que estamos en contra de esa Ley Sinde y que lo único que persigue es cerrar webs por el real decreto del hago lo que me da la gana. Estos artistas del comunismo, de la igualdad, de la sopa de col y apio son, en realidad, una pléyade perfectamente organizada para vivir a todo tren a costa del dinero de los demás. La gratuidad que ellos predican acaba desde el mismo momento en que ven en peligro el más mísero céntimo de sus cuantiosas ganancias. Es entonces cuando el ‘Arriba parias de la tierra’ sigue con un ‘Viva la Mastercard (oro, ya puestos a ellos)’.

Determinados artistas, ya sean cantantes, actores del cine o del teatro, etcétera, siempre me han resultado una casta interesada, oportunista, capaces de apreciar un negocio a miles de kilómetros a la redonda. Entre un minúsculo grupúsculo fueron capaces de crear ese gran emporio de la usura llamada Sociedad General de Autores Españoles, la SGAE. Persiguen por aquí y por allá a quien se atreva a tener un aparato receptor en su local y no pague el correspondiente canon, se cuelan en representaciones teatrales, en bodas, bautizos y comuniones (a este paso también acabarán en los entierros, tiempo al tiempo) por si están interpretando música que por la que previamente no han abonado sus correspondientes derechos de autor.

Ahora, gracias a que Zapatero nombró ministra a una directora de cine (por supuesto del clan cejatero, ¡faltaría plus!), la inepta Ángeles González Sinde, los internautas están siendo objeto de duras persecuciones por una política que se sabe presionada por los suyos (no por el PSOE, sino por el resto de los artistas de la cuerda). La idea es acabar con cualquier foro de libertad, que todo el mundo pase obligatoriamente por el embudo de la caja única y Teddy Bautista, por ejemplo, ejerciendo de taquillero a las puertas de las webs.

Lo que sucede es que la piratería, el poder conseguir música o películas gratis o a bajo coste es algo tan viejo como el comer. Cuando no estábamos abducidos por las nuevas tecnologías, nos apañábamos perfectamente con los radio-casettes de doble pletina o los vídeos que permitían copiar una cinta original. Por supuesto, las compañías dejaban de ganar un porcentaje, pero se daba por hecho.

Nadie de los años 80, ni a nivel musical ni fílmico, montó la escandalera de estos señores y encima con el agravante de que tampoco eran requeridos para ser imagen de tantos y tan caros productos. Por ejemplo, cuando veo a gente como Alejandro Sanz anunciar una determinada marca de reloj (bien caro, por cierto) y soltar la frase “No es lo que tengo, es lo que soy” te dan ganas de replicarle y decirle que lo que no tienes es vergüenza y eres, dicho finamente, un caradura de marca mayor.

1 comentario

Máximo Medina -

Con el famoso, polémico y contestado 'canon digital' empezó todo. Nos metieron en el 'pirateo' mundial sin tan siquiera preguntarnos y todo aquél que comprara un CD, un DVD o cualquier otro artilugio electrónico era tachado de presunto copiador de cosas que tenían derecho de autor, aunque luego los utilizáramos, como es mi caso, para guardar artículos o cualquier otro trabajo de uno mismo y no copia de otros. Aquello se aceptó porque acabó impuesto por medio de una ley y poco tardó en asomar la cabeza la SGAE y otras asociaciones que han ido creciendo como setas al amparo de la primera y viendo los pingües beneficios que conseguía. Ahora el señor Sanz (corazón partío y tirita al canto) y muchos otros se quejan de que sus creaciones no se venden como antaño y le echan la culpa a las descargas de internet. Por supuesto que hay páginas WEB españolas que tienen trabajos de artistas españoles, quizás por el simple hecho de que sus grabaciones se puede copiar sin grandes problemas, cosa extraña que no sepan proteger sus contenidos, pero si todas las webs españolas fueran cerradas y no se pudieran tocar sus canciones, ¿iría el señor Sanz a EEUU a prohibirlas allí también?, porque muchas de sus grabaciones se encuentran alojadas en páginas extranjeras. Y luego, viajaría por América del Sur, resto de Europa... es decir todo el mundo o su intención de prohibir las descargas es sólo en España. Lo mismo pretendía que la ley Sinde acabara siendo un estandarte a nivel mundial, para luego aplicarla en otros lugares. ¿Por qué él y otros de sus colegas no prueban a bajar el precio de sus discos y comprobar así si las ventas suben? Esto viene a cuento porque no parece de recibo que un cd en los USA tenga un precio y aquí lo doble o casi lo triplique en algunos casos. Hay algo que no se puede piratear, y los artistas los saben muy bien, son sus actuaciones en directo. Quizás eso es sea mucho trabajo, porque es mucho más sencillo vivir de una grabación por tiempo indefinido, porque los derechos valen lo mismo para un disco de anteayer que otro de hace 20 años. La protección de una propiedad intelectual es una cosa e invadir la libertad de los internautas es otra. Ponerlos de acuerdo parece un asunto poco menos que imposible y la prueba está en esa ley Sinde que fue rechazada incluso por la derecha. Algo tendrá que ni siquiera a sus señorías llegó a convencer. Por cierto al señor Sanz sus anuncios no se los piratean. Es obvio, le harían publicidad...