Chaves: El arte de mear fuera del tiesto
Conozco someramente a la señora María Luisa Arozarena, ex directora de Radio Nacional de España, comentarista actualmente en Mírame Tv, y, en nada, jefa de gabinete de Ricardo Melchior en sustitución de Eduardo Solís. ¿Es aceptable que alguien que ya percibe unos emolumentos por la jubilación anticipada de RNE vaya a cobrar ahora, de nuevo, de fondos públicos? Depende. No conozco los intríngulis de la operación y si la señora Arozarena tendrá que dejar de percibir parte de ese dinero procedente de lo que le toca de la radio mientras esté codo con codo con el presidente del Cabildo de Tenerife. Por mí, mientras no hay una doble percepción económica del erario público, me parece perfecto que el señor Melchior escoja a María Luisa o a quien así estime oportuno.
Lo que sí me ha dejado patidifuso es el ataque frontal del periodista Andrés Chaves contra una compañera del gremio (aunque nos jubilemos, siempre seguiremos siendo periodistas, como el militar retirado que jamás deja su condición de tal, así tenga 90 años). Argumenta el columnista de El Día que, y cito literalmente, “¿a qué coño viene ahora designar a una vieja para un cargo que probablemente necesita sangre nueva? Además, ¿qué leyes laborales tenemos que permiten a una jubilada compatibilizar su diezmo, que pagamos entre todos, con una nueva prebenda oficial? Esto tenía que estar prohibido”.
La última parte del razonamiento, insisto, puedo estar de acuerdo, no sería tolerable la doble financiación pública, por así llamarla. Pero, ¿qué es eso de llamar despectivamente ‘vieja’ a una colega? ¿Tal vez la rabia sea por el hecho de que a usted, señor Chaves, no le han llamado para el puesto? Encima es que usted mismo se descalifica porque señalar que, y vuelvo a la estricta literalidad, “yo, como estoy retirado en el Puerto, preocupado por la próstata y tirándome algún que otro cuesco al amanecer, no acabo de entender el nombramiento. ¡Pues no hay pocos periodistas por ahí, con mucha más valía profesional, que están sin trabajo!” ¡Pues qué bien! No sólo arremete contra la señora Arozarena, sino que encima demuestra usted que es un escatológico impenitente.
Encima, señor Chaves, usted sabe que no sólo defenderán a María Luisa sus amigos, sino todos aquellos que entendemos que sus formas de atacarla no son, precisamente, las más higiénicas. O acaso decir lo siguiente: “la labor de esta señora en el Cabildo será plana. Quiero decir que no aportará una sola idea -como ocurrió en Radio Nacional-. Ahora, panzadas en comidas oficiales sí que se va a dar porque no perdona ni una. Este es un hecho objetivo, no quiero desviarme un ápice de mi crítica a su incompetencia profesional, jamás a su actitud personal, que me la renflanflinfla. Los cuatro gilipollas que le bailan el agua se me echarán encima para ponerme de chupa de dómine, entre otros el godo del Opus y la corte de mentecatos que no dispara gongo y que siempre está a la que salta”, ¿es digno de alguien que ha llegado a ser director de un medio como La Gaceta de Canarias?
Y encima, señor Chaves, usted miente cuando dice que no acude a comidas con periodistas. Esto, lamentablemente, es demasiado pequeño y todos hemos coincidido en algún que otro ágape, incluso a cuerpo de rey en Bruselas y tonteando con alguna compañera de la profesión y en compañía de un consejero del Gobierno que hoy ejerce funciones portuarias. ¿Se le va refrescando la memoria, caballero?
Independientemente de que la señora Arozarena me pueda gusta más o menos como periodista, lo que sí es cierto es que ella es libre de escoger una oferta, de Melchior habérsela hecho y, en todo caso, habrá que ver si cobra por doble vía, que sería lo único indecoroso e inmoral. El resto, señor Chaves, son apreciaciones fuera de lugar, una meada fuera de tiesto y una pataleta increíble. Cuídese de escribir al lado del señor Rodríguez, no vaya a ser que el virus del insulto sea contagioso y le acabe llegando también alguna demanda a su domicilio.
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Máximo Medina -