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Desde mi escaño

La doble moral de la izquierda

La doble moral de la izquierda

La doble moral de la izquierda. Hace no muchos meses, a mediados de 2010, el PSOE impidió a Antonio Miguel Carmona seguir acudiendo a la tertulia de El Gato al Agua, en Intereconomía, por las palabras vertidas por otro de los colaboradores habituales, Eduardo García Serrano, contra la consejera catalana de Sanidad, Marina Geli. Los calificativos o, mejor dicho, las descalificaciones de este periodista fueron que esta señora “es una guarra, una puerca y está fabricando degenerados”. De acuerdo que las palabras fueron de grueso calibre, pero no menos verdad es que estaban expresadas ante una abominable decisión política, que los menores se iniciasen en el sexo como quien juega a la comba o a la pelota.

Cierto es que Eduardo tuvo que solicitar posteriormente mil y una disculpas, pero el argumento para los socialistas y para el propio Carmona, incapaz de desmarcarse de la orden rotunda del partido, estaba más que ganado. No se podía debatir en la misma mesa con un personaje que decía tales barbaridades. Semanas después regresó a la tertulia, se fundió en un gran abrazo con Serrano y todo quedó olvidado. Pero, ¡¡¡ay amigo!!! cuando te muestras tan digno, cuando vas de puro por la vida y dando lecciones de ética, también tienes que demostrar el mismo encaje el día que metes la pata y eso es lo que le faltó al señor Carmona el pasado martes cuando injurió a un telespectador por un sms que había enviado al programa.

Convengamos que el televidente no fue muy fino y llamó pesebrero al político socialista, pero la réplica de Antonio Miguel estuvo fuera de lugar. No se le puede replicar con un “esto es cosa de un descerebrado”. Todos los asistentes en la tertulia le conminaron a que rectificase sus palabras, pero él se negó en redondo porque entendía que también había sido insultado. Poner en el mismo nivel pesebrero y descerebrado es como colocar a la misma altura tonto e hijo de las cuatro letras. No, nada que ver, pero el tertuliano insistió en no pedir disculpas.

Por eso es que digo al principio del artículo lo de la doble moral de la izquierda. Ellos, los socialistas, parece que quisieran tener el monopolio del insulto, del taco grueso y, por supuesto, no tener que avergonzarse o retractarse de sus palabras. En cambio, si es la derecha la que se atreve, por ejemplo, a criticar los ‘disfraces’ de la señora De la Vega, entonces salen a bloque a dilapidar en la plaza pública al PP, a llamar retrógrados a sus dirigentes y muchas otras cosas más.

En este punto tengo que decir que me ha producido una fuerte decepción el señor Carmona, aunque en parte era de esperar. Por mucha libertad que dice tener, en realidad sólo responde a las órdenes partidistas, a lo que digan en Ferraz. Espero, no obstante, que en su siguiente intervención en El Gato al Agua pida públicas disculpas por llamar descerebrado a un espectador. Por muy desatinado que fuese el mensaje de pesebrero, al menos tenemos que coincidir que más grave fue lo aprobado por una nefasta política de sanidad del PSOE catalán y Serrano, que tuvo un momento de lógica calentura ante lo que podría llamarse incluso un abuso a la infancia, se humilló ante la audiencia reclamando perdón. Son formas y formas. Ahí tienen los hechos, júzguenlos ustedes.

3 comentarios

Observador -

Estimado Juan, el artículo en sí es insustancial en todo orden periodístico concebible, pero acusar a este señor de aceptar las órdenes de Ferraz es bastante de risa. ¿En Génova corre por sus despachos la libertad interna y, sobre todo, la democracia a la hora de elegir candidatos y discursos? Bueno, pues nada, aplaudamos los actos de elección de candidatos en Canarias, con esa participación de afiliados masiva, primarias y transparencia. Ah, que debe ser que sólo tiene dos afiliados, porque creo que votaron un tal Sr. Soria y una tal Sra. Tavío.
Sr. Velarde, despeje su odio visceral, la Consejera propone una sexualidad normalizada, únicamente eso. Respete a los demás si usted prefiere vivir en la medievalidad prejuiciosa en lo que a desarrollo físico y emocional se refiere. Hágalo, eso es lo maravilloso de un Estado de Derecho, pero no imponga su represión al resto.

Máximo Medina -

Volvemos a las mismas tonterías de siempre. Los políticos tratan de disfrazar la realidad de la misma manera que tapan sus vergüenzas. Lo de Carmona al ver el sms que le dirigieron no es nada fuera de lo normal y llamar a alguien descerebrado no está considerado por la RAE como un insulto. Su definición es 'persona de poca inteligencia' o 'sin cerebro' y eso no creo que pueda ser tildado de un insulto al uso. Carmona es de los pocos socialistas que va al gato al agua que mantiene la compostura, tanta que incluso se amigo personal de otros personajes que están en las antípodas de sus ideas políticas. Lo único que le pierde es que el PSOE no ha hecho nada malo en el poder y que los recortes son obligados porque los socios de la Unión también los han hechos. Vamos que viene a decir que la UE le dicta a España lo que tiene que hacer, algo que no sólo no es cierto sino que nos llevaría a la pregunta de ¿para qué elegimos gobernantes en España si luego nos dirigen desde fuera? Carmona trata de justificar muchas cosas como economista que es, pero se calla mucho más de lo que dice. Ese es su pecado político, pero no el llamar descerebrado a alguien que le manda un sms. Compararlo con Eduardo García Serrano me parece una exageración, porque son dos personajes que tienen poco en común y se expresan de formas muy distintas.

Rodolfo Rodríguez -

Lo que resulta inmoral es que venga usted a dar clases de respeto, con todas las barbaridades que suelta, como llamar vivales, egoísta y tantas otras cosas a Julio Álvarez.
Y puestos a poner en equilibrio, no es lo mismo "guarra y puerca", que además denota un machismo excecrable, con "descerebrado". Y para continuar, recuerde que su querido canal de extrema derecha fue sancionado por tildar de anormales a los colectivos homosexuales y que su panfleto, porque queda lejos de ser un periódico, dedica una sección titulada el tonto del día.