En defensa del crucifijo
De piedra. Los sectarios religiosos de España, esos que van por ahí presumiendo de la igualdad de sexos, pero luego se pirran por las confesiones más machistas del planeta, han tenido que quedarse completamente petrificados cuando desde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo se ha sentenciado sin ambages que el crucifijo en las escuelas de Italia es un signo de expresión cultural y con un valor religioso en aquellos países de tradición cristiana. Por tanto, nadie tiene porque ir contra los símbolos que son de una mayoría, al igual que cuando nosotros viajamos a países del entorno islámico no nos metemos en reordenarles sus creencias o retirarles por la fueza sus imágenes.
La España actual, la de Zapatero, se ha puesto a jugar peligrosamente con una revisión de la religión. Se ha manifestado desde distintos ámbitos que aquí tenemos que respetar las creencias de los demás a fuerza, eso sí, de erradicar nuestros símbolos. Se ha llegado al punto de rogar en determinados centros que no se celebre la Navidad al estilo cristiano porque se puede herir la sensibilidad de personas provenientes de creencias islámicas, mahometanas o cirílicas.
En Extremadura, por ejemplo, al hijo de un concejal, socialista para más señas, le molestaba la presencia del Señor en la Cruz y, pese a que el 99% de los padres y de los alumnos estaba conforme con su presencia en las paredes del aula, hubo que quitarlo porque, sencillamente, le causaba no sé que trastornos al elemento en cuestión, seguramente azuzado por su padre, porque estoy convencido de que un menor, por mucho desarrollo intelectual que tenga, no es capaz de discernir sobre estas cuestiones teológicas. Es más, hasta la fecha nadie se las había planteado en nuestro país hasta que llegó el revisionista de casi todo, es decir don ZParo.
Ahora, una vez más, nos saldrán estos pijoprogres a recordarnos que España es un Estado laico, algo totalmente falso. Lo cierto e irrebatible es que, lo dice la Constitución Española en su artículo 16.3, ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
¿Dónde está la laicidad tan cacareada por estos amigos del velo y de la mezquita? En ninguna parte, simple y llanamente porque es muy fácil criticar la religión católica o verter falacias sobre ella, pero mira como no se atreven, ni de lejos, a cuestionar las lapidaciones de mujeres o que éstas sean tratadas peor que la defecación más maloliente en esos países tan ‘majos’ del Islam. Ya lo decía el refrán, lo que la naturaleza no te da, Salamanca no te lo presta..aunque seas de Valladolid y presumas de leonés.
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Máximo Medina -