Nacionalismo bananero
Me ha decepcionado. Juan Pedro Calvo Peralvo, líder de Renovación Nacionalista Canaria, dice ahora que va a apoyar a Coalición Canaria en las elecciones del 22 de mayo. Quien se había marchado (a no ser que aplicase la doctrina de Zapatero, me voy, pero sin irme) del seno de los nacionalistas de la calle Galcerán y con ellos arrastrado a centenares de personas para montar un partido que, en coalición con otras fuerzas (CCN y Nueva Canarias, entre otras), podría hacer sombra a CC y lograr que en el Archipiélago se impusiera el verdadero nacionalismo, no ese de pacotilla y pedigüeño que lleva varias décadas instalado por estos lares.
La ingenuidad de Calvo ha sido manifiesta. Cierto es que en un momento de la película me creí que este señor, de procedencia vasca, no estaba jugando de farol. Es verdad que todo sonaba demasiado idílico, con una unión un tanto extraña entre el partido de Ignacio González y el de Román Rodríguez con la propia Renovación Nacionalista Canaria, pero los comienzos indicaban que esta gente podía hacer una verdadera escabechina a CC. Artículos drapeados de ataques a Paulino Rivero daban fe de que esta gente iba en serio, pero al final todo ha quedado reducido a fuegos artificiales y cuando la pólvora se ha agotado, toca la vuelta al redil, aunque sea asumiendo el papel de palmeros.
Lo peor es que en las hemerotecas quedan perpetuadas las declaraciones sobre lo bien que iba este proyecto de verdadero nacionalismo, que ya estaba bien de que CC monopolizase la bandera de las siete estrellas verdes para un uso electoralista y luego se echase en manos de PP o PSOE, según conviniera. Aún tengo fresco en la memoria el tríptico y el cartel preelectoral que había diseñado este partido, convencido de que bien pergeñado el acuerdo con González y Rodríguez, el 22 de mayo en las Islas podría producirse un verdadero cambio político.
Al final, emulando al insigne Alfonso González Jerez cuando dijo hace 20 años que el problema de la izquierda en Canarias es que no había creencia de izquierdas en las Islas, el problema del nacionalismo en el Archipiélago es que no hay conciencia de tal, salvo la de cuatro bandurrieros de chuletada y asadero, de folklore de saldo y esquina, y encima alguno de ellos es gallego o vasco. Lo curioso es que Don Pepito aún haya pedido su expulsión de esta peculiar República Bananaria o, mejor dicho, República Bananera.
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Máximo Medina -