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Desde mi escaño

¿Y ahora por qué?

¿Y ahora por qué?

¿Tienen los jóvenes derecho a expresarse libremente? Por supuesto. Pero toda libertad también tiene unas limitaciones, aquellas que deben respetarse para no entrar en conflicto con el respeto a los demás, al resto de la colectividad y estos miles de personas no parecen darse cuenta de que con su actitud totalitaria, rebelde y hasta pelín violenta empiezan a perder cualquier crédito que pudiesen tener, sobre todo porque las imposiciones son malas y estos caballeretes y damiselas pretenden jugar el partido con sus reglas, romper unilateralmente las que existen, pero al mismo tiempo abrazan símbolos de una ideología demasiado concreta, demasiado comunistoide, demasiado olor a dictadura.

Dicen estos jóvenes (alguno no tanto, porque que yo sepa ni Cayo Lara ni Willy Toldeo están por debajo de los 40, precisamente) que a ellos no les manipula nadie, que no están ni a favor del PSOE o de PP, que son personas con ideas propias, jóvenes que están hartos de que nada cambie, de que hay un 40% de paro, de que al poder siempre llegan los mismos, de que las poltronas se reparten independientemente de la ideología, de que las normas se hacen siguiendo fielmente la ley del embudo, de que es una pornografía moral las pensiones vitalicias por siete años dándole al botón del sí o del no. Sin embargo, qué quieren que les diga, tengo mis argumentos para entender que esta protesta no es espontánea y que a alguien le ha interesado desviar oportunamente la atención.

Pongámonos en antecedentes. Durante la pasada semana, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció a lo largo de los últimos días de campaña habría una sorpresa y ¡vaya sí la ha habido! Por lo pronto, se ha conseguido dejar a un lado los mítines de campaña, minimizar el revolcón que se puede llevar el PSOE e intentar que un grupo de voluntariosos jóvenes hagan bajar del pedestal al PP y colocar en la misma escala a quienes han provocado esta crisis, los socialistas, que quienes pueden traer ideas renovadas para arreglar el desaguisado, los conservadores.

Tal y como se demostró con el envío masivo de mensajes a los móviles desde determinadas sedes del PSOE el 13 de marzo de 2004, de nuevo vuelve a convocarse, esta vez a golpe de red social, a los jóvenes para que invadan las plazas principales de las grandes ciudades, pero, ¡qué chocante! ¿por qué no hay manifestaciones frente a, por ejemplo, Delegaciones del Gobierno, Congreso de los Diputados o el mismísimo Palacio de la Moncloa? Ya que hay una demostración palpable de que se está en contra del poder establecido, vayamos a los lugares donde se encuentra establecid, ¿o tal vez las protestas van en contra de Esperanza Aguirre, por poner un ejemplo?

A mí, sinceramente, cuando España está con cinco millones de parados, decenas de miles de personas (por no decir centenares) que están a punto de perder sus viviendas, cuando cada vez cuesta llegar más a final de mes, cuando decenas de miles de autónomos están con la soga al cuello porque las administraciones no les abonan los trabajos realizados, no me cuadra que sólo salgan a manifestarse un grupo de voluntariosos jovenzuelos, muchos de ellos, dicho sea de paso, que hasta la fecha han vivido muy bien a cuenta de la sopa boba casera. Esperemos que el día 21 se respete la jornada de reflexión y que el 22 podamos votar libremente, sin coacciones y sin insultos, aunque quienes están detrás de esto no buscan precisamente esa tranquilidad.

5 comentarios

Grambert -

Señor Medina, creo que estas protestas van dirigidas contra toda la clase política en general, el bipartidismo en particular y otras cuestiones como el control de los bancos.
La manifestación del 15 de mayo no era la primera, se habían convocado, con mucho éxito, en abril y marzo pasados.
Estoy seguro que los que están en Sol y tantos otros lugares de España fueron a la huelga. La clase burguesa que vive acomodadamente seguro que no se movilizó, al igual que muchos trabajadores tuvieron que ir a sus puestos de trabajo ante la amenaza de represalias.
Un saludo

Máximo Medina -

Estoy de acuerdo con los tres invitados que tenemos hoy, pero con ciertas matizaciones. Claro que la gente, y los jóvenes en particular, debe protestar todo lo que quiera y más, pero se me ocurre una pregunta que no tiene nada de maliciosa: ¿dónde estaban cuando los sindicatos convocaron una huelga general que acabó siendo un fracaso? ¿Dónde estaba todo este grupo, que me parece muy bien que aparezca ahora, cuando el Gobierno recortó los derechos de los trabajadores, de los funcionarios, de los pensionistas..? En estos tres años, España ha retrocedido casi 30 en cuestiones vitales para la ciudadanía y hasta ahora nadie ni siquiera había protestado. Trabajo, sueldos y demás derechos que teníamos muchos trabajadores han desaparecido como por arte de magia y ahora, y ahora tras pasar casi un año y sin que esto tenga visos de cambiar, es justo el momento en el que un grupo se echa a la calle... con unas elecciones justo al lado. Para el sector de la derecha es justo pensar en aquella frase a Gabilondo de 'elevar la tensión'. Cuando el enfermo está deprimido, le elevamos la tensión y no precisamente la arterial. Vaya por descontado que en este país se puede y debe protestar por la gestión política de los últimos tres años, pero no escapa nadie a la quema, porque todos los partidos, o la mayoría, han intervenido directa o indirectamente en las decisiones tomadas en el Parlamento. Si es por orden de Bruselas o no, ésa ya es otra historia.

Perdomo -

Esta gente tiene toda la razón del mundo. Basta ya! Estamos hartos de los políticos, la banca, los abusos y el sistema establecido que sólo nos lleva trayendo desgracias los últimos años, como consecuencia de la inmoralidad y la avaricia. Basta ya de partidismos Sr. Juan Velarde, y deje de criticar lo incriticable.

Fitipaldi -

Yo también creo que Esperanza Aguirre sufre manía persecutoria

Rodrigo -

Felicidades, ya sabemos que viste Intereconomía anoche. Ahora, si quieres, puedes pensar por ti mismo y buscar nuevos argumentos, o seguir repitiendo lo que dicen desde la extrema derecha.
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