¿Descenso merecido?
¿Merecía bajar el Deportivo de La Coruña a la Segunda División? Siendo frío, objetivo, restando toda la pasión de la que uno puede hacer gala, la respuesta es afirmativa. Los gallegos, tras la marcha de Jabo Irureta del banquillo, han ido de más a menos. Los proyectos de Joaquín Caparrós y de Miguel Ángel Lotina se vieron condicionados por la nulidad económica de un conjunto que estaba no sólo a cero en las arcas, sino que además debía (y debe) un pastizal. Fichajes de medio pelo y encima, de lo poco bueno que había en la plantilla, al final se ha vendido a otros clubes. Los gallegos cierran la Liga tal y como la empezaron, aunque entre medias del cuento nadie pensó que este desenlace pudiese tener igual final, el del profundo desencanto, y con el mismo verdugo que hace 17 años, el Valencia.
En descargo de los ché, hay que decir sin ningún género de dudas que hay que alabar la profesionalidad de estos. Podían haber jugado a medio gas, no meter el acelerador a fondo y dejar que fuese el encuentro entre la Real Sociedad y el Getafe el que polarizase la lucha dramática por la permanencia. Otro que apenas se jugaba nada, sólo evitar una previa, el Atlético de Madrid, vencía estérilmente en Mallorca, puesto que tendrá que regresar antes de las vacaciones para poder clasificarse de forma definitiva para la Europa League. Sin embargo, su triunfo, inesperado, estuvo a punto de costarle un severo disgusto a los bermellones, que temían que en cualquier momento el Deportivo empatase en Riazor y diese al traste con su continuidad en Primera.
Culpar ahora al Levante del descenso gallardo por perder ante el Zaragoza sería lo fácil, lo sencillo, lo recurrente, aunque hay motivos. Es más, muchos daban por bueno que los maños ganarían en el campo blaugrana amparándose en un precedente que se ha cerrado en falso, la ‘ayuda’ a un Athletic de Bilbao que en 2007, sorprendentemente, se jugaba la permanencia. Muchos ríos de tinta y horas en televisión y radio se han malgastado hablando de un fraude que, al final, nadie ha sido capaz de poner negro sobre blanco, sólo habladurías y acusaciones veladas. Pero aún así, al final quien tiene el alto porcentaje de culpa es el propio conjunto coruñés, puesto que dependía de sí mismo y no lo supo aprovechar.
Sé que en La Coruña este fracaso ha sabido igual de mal que la pérdida de la Liga de 1994, pero ahora no queda más remedio que ponerse a trabajar seriamente en recuperar el lugar que al que otrora fuese el SuperDépor le corresponde, la Primera División. En los últimos 26 años han bajado grandes e históricas escuadras, entre ellas Atlético de Madrid, Sevilla, Valencia, Español, Valladolid, Zaragoza, Betis, Real Sociedad, Sporting de Gijón, Celta o Málaga y, más tarde o más temprano han logrado el ascenso. Lo importante ahora es no volverse loco porque, también está demostrado, las grandes inversiones en Segunda no aseguran nada. A veces, y aprovecho la ocasión para felicitar al Rayito, hasta sin cobrar y con una gestión caótica se consiguen los mejores éxitos.
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Lewis Rogers -