La ópera bufa de las FM
Esta es la información: La mesa de contratación acordó las adjudicaciones provisionales de las licencias de FM, que no serán definitivas hasta que su propuesta se remita a la Viceconsejería de Comunicación para que resuelva, dejando fuera de las mismas a los grandes grupos de comunicación de Canarias, como la Cadena Ser, Radio El Día, Teide Radio, Onda Cero, Punto Radio, Es Radio e Intereconomía.
La emisora más beneficiada con las preadjudicaciones ha sido 7.7 Radio, del empresario Jaime Cortezo y del periodista Francisco Javier Chavanel, con 32 de las 35 solicitadas. Tras ella, el grupo empresarial más beneficiado fue el de José Miguel Concepción, presidente del Club Deportivo Tenerife y amigo personal del presidente Rivero, que obtuvo 27 frecuencias de las 27 solicitadas, once de ellas en la isla de Tenerife, seguida por la radiofórmula nacional Kiss FM, que se lleva 22 frecuencias.
Pues bien, a tenor de estos datos, lo que queda claro, sin el mayor género ni atisbo de dudas es que el Gobierno de Canarias o, mejor dicho, el dictadorzuelo de El Sauzal, Paulino Rivero Baute, se ha cobrado cumplida venganza con aquellos grupos mediáticos que no le han bailado el agua. El Archipiélago, en el interín del lunes al martes, ha pasado de ser un lugar hipotéticamente democrático a ser la república bananera de un pequeño gran hombre que no admite la crítica como parte del juego de esa relación siempre complicada entre el poder y los medios de comunicación.
Los criterios de concesión de licencias siempre me han resultado curiosos. Aquí el poder de dejar emitir posteriormente recae hoy en manos de un lechero, de un panadero-constructor (¡ay no, a éste le dejaron mangonear y destruir un periódico, La Gaceta de Canarias!) o de un empresario dueño de una aerolínea a los que se les han dado esos permisos. Y digo yo, ¿en base a qué se le concede a un tipo que no tiene ni pajolera idea de radio no sólo una licencia, sino 27, es decir todas las que había pedido? ¿Quizá influyan las amistades presidenciales?
Confío en que la radio-chapuza que se ha hecho acabe por, al menos, atenuarse porque no me cabe la menor duda de que todo este proceso va a acabar en los tribunales de Justicia. Aquí no se han tenido en cuenta criterios de programación, de contar lo que se dice en el argot radiofónico o televisivo con una parrilla perfectamente definida. Sé que los tiros han ido directamente en pos de cargarse a las voces críticas, a esas moscas cojoneras que han hablado de los desmanes del paulinato y señora y bien que les gustaría a estos tipejos mangonear en las webs, que también hubiese un estricto control…pero al menos ese aspecto parece que no va a tener lugar. Por el momento, claro.
Después de 22 años de retraso, a este Gobierno de Canarias le ha entrado la prisa por dejar resuelto un concurso en el que salen beneficiados los amiguetes que, a su vez, esperan hacer pingües negocietes alquilando a precio de oro estas licencias, amén de que tendrán instrucciones precisas de no dársela a aquellos que son contrarios al régimen establecido, es decir, al de Rivero y socialistas agregados.
Lo cachondo va a ser, en el caso de que se perpetre este atentado contra la libertad de expresión, que cuando usted gire el dial hacia un lado o hacia otro se encontrará con la misma musiquilla, y no es coña. Literalmente, tendrá que preparar sus oídos para escuchar bandas sonoras, música pop o zarzuelas. En definitiva, todo esto ha sido una ópera bufa perfectamente orquestada por Paulino Rivero y con los arreglos o chanchullos (según prefieran) de Martín Marrero, viceconsejero de Comunicación y su equipo médico habitual.
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Máximo Medina -