Del contigo pacto al ahora te aparto
Reza un aserto que las normas están para no ser cumplidas y yo le añadiría una coda; y los pactos, tampoco. Estoy convencido que a estas alturas de la película no voy a ser yo quien descubra desde la distancia el empute que debe llevar encima el señor Alarcó con el comportamiento que han tenido los socialistas reventando un pacto suscrito en un documento firmado de puño y letra por el propio líder del PP y por el representante del PSOE, el señor Valbuena, que tiene poco pelo, pero aun menos ideas buenas. Si las palabras se las lleva el viento y lo que está negro sobre blanco también acaba teniendo la misma utilidad que el papel higiénico, es decir pasárselo por el arco del triunfo y aledaños, es normal que al final la desconfianza en la clase política sea cada vez mayor. Si se engañan entre ellos, ¿cómo podremos saber fehacientemente que no hacen lo mismo con los ciudadanos? ¡Que tropa!
En fin, lo sustancial del caso es que al final se han impuesto convenientemente las presiones desde la sede de la calle Ferraz, se le ha hecho caso a ese mixto de Juan Cruz y Manolo Vieira y al final el PSOE va a acabar aupando a CC a todos los ámbitos de poder existentes en todo el Archipiélago. Es decir, el nacionalismo de rancio olor a naftalina (¡¡¡juro que esto se lo he escuchado durante la campaña electoral a algún que otro dirigente del puño y de la risa!!!) va a ser el que gobierne otro cuatro años gracias a los inestimables oficios del tal Pérez. Lo que pasa que éste, a diferencia del ratoncito de marras, no trae un regalito, sino toda una Presidencia regional, alcaldías a tutiplén y alguna que otra poltrona cabildicia, especialmente la de Tenerife, donde Ronald McMelchior estaba que no vivía de la ansiedad de poder quedarse sin el preciado Palacio Insular y de dejar de jugar a los trenecitos.
Por supuesto, no voy a poner en solfa la aritmética ni la volatilidad de criterio de los chicos del socialista Aurelio Abreu, pero no es lo mismo tener unas intenciones, pero que luego, evidentemente, por circunstancias de la vida, pueden cambiar radicalmente a, por ejemplo, tener ya un acuerdo firmado, con los DNI incluso de los representantes de cada partido. Vamos, si yo fuese mujer, me pensaría muy mucho el hecho de casarme con un elemento como el señor Valbuena. Igual le da firmar ahora en el libro de familia que a los cinco minutos estar tramitando el divorcio para casarse con otra más rica.
Al final, sinceramente, no me da tanta pena por la traición en sí a un determinado partido político, sino que lo que se refleja es la constante tomadura de pelo a los ciudadanos, a los que se utiliza como actores o como cómplices necesarios de una farsa que tuvo lugar el 22 de mayo y ahora son esos pocos elegidos los que mercadean y se chalanean los escaños, las concejalías y las consejerías. Una vergüenza de marca mayor, pero que en el caso del Cabildo de Tenerife tiene un agravante, que había una firma. ¿Alguien podrá creer a partir de ahora a un socialista? Como todos sean como el señor Valbuena, no habrá una sola promesa buena.
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Máximo Medina -